TRADUCCIÓN O MANDATO
Hermes era el
enviado divino que llevaba los mensajes de los dioses a los hombres; en los pasajes
homéricos suele ejecutar verbalmente el mensaje que se la ha confiado. Pero es
frecuente, sobre todo en el uso profano, que el cometido del hermeneus
consista en traducir lo manifestado de modo extraño o ininteligible al lenguaje
inteligible por todos. Por eso la tarea de la traducción goza siempre de una
cierta «libertad». Presupone la plena compresión de la lengua extranjera, pero
aún más la comprensión del sentido auténtico de lo manifestado. El que quiera
hacerse entender como intérprete debe traducir el sentido expresado. La labor
de la «hermenéutica» es siempre esa transferencia desde un mundo a otro, desde
el mundo de los dioses al de los humanos, desde el mundo de una lengua extraña
al mundo de la lengua propia (los traductores humanos sólo pueden traducir a su
propia lengua). Pero dado que la tarea del traductor consiste en «cumplir»
algo, el sentido del hermeneuein oscila entre la
traducción y el mandato…
Verdad y método II.
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