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lunes, 18 de marzo de 2019

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE







CRUMPCRUMP-CRUMP


«Una bomba pesada estalló en los arrozales, entre mi sección y la línea arbolada. Detrás de nosotros, un grupo de marines corría en la posición agachada que adoptan los hombres cuando se encuentran bajo el fuego. Varios llevaban radios y las elevadas antenas ondulantes eran un blanco evidente. Con toda la fuerza de mis pulmones, les grité que se separaran. Siguieron avanzando en grupo apretado y uno de mis marines dijo:
      --Son los del batallón del cuartel. Los mequetrefes ni siquiera saben resguardarse de la lluvia.
Volví a vociferar en su dirección pero no me oyeron o no quisieron oírme, sencillamente. Estaba a punto de gritarles por tercera vez cuando fueron tragados por nubes y humo de tierra pulverizada; las bombas producían su crumpcrump-crump y los cuerpos caían o salían volando en medio de la de humo. Debilitado por la distancia, el grito de “¡Sanitario! “¡Sanitario!” surcó el arrozal. Era el grupo del batallón del cuartel general y prácticamente había sido borrado del mapa. El jefe de operaciones, un sargento mayor con tres guerras a sus espaldas, estaba tendido en el barro con una de las piernas arrancadas. El oficial de artillería estaba malherido en la cara y en la cabeza. En conjunto, el cuartel general perdió ocho oficiales y buen número de soldados. Sólo el coronel Hatch escapó sin heridas graves.»

Philip Caputo.
Un rumor de guerra.
Inédita Editores.