EL AROMA DEL VINO VIEJO
“Navegaba
por el Mediterráneo nuevamente en dirección a Eritrea después de un periodo de
permiso en Italia, cuando a la altura de Candia un marconigrama desde Egipto me
rogó que interrumpiese mi viaje, que desembarcase en Port Saíd y me dirigiese a
Alejandría.
Fue así como en
una de estas jornadas otoñales que sólo se tienen entre el Nilo, Suez y Port
Saíd, cuando el cielo, la tierra y el mar componen una armonía de tan lograda
belleza que llega a ser molesta, como una luz demasiado cegadora, un
ceremonioso señor perfectamente esférico, al que parecía que habían sacado
brillo con aceito de coco, se me acercó a los pies de un escalón y me dirigió,
casi rodando, por interminables corredores de color escarlata, a lo largo de
pasillos estucados de blanco hasta una sala abierta que daba al mar; un mar tan
azul y tan silencioso que parecía imposible que a dos kilómetros de distancia,
frenado por los diques, llevase espuma verdosa y bituminosa en el puerto, entre
chirridos de grúas, ululatos de sirenas, jadeos de locomotoras y zumbido de
motores.
El señor
ceremonioso hablaba un correcto francés levantino, pero la señora que me
esperaba en el salón abierto al mar se expresaba en un inglés que tenía la
cadencia de Oxford.
Había ya coincidido
con esta mujer en otros países y en circunstancias completamente distintas.
Ahora se había enterado de que tenía que atravesar el Canal para volver a
Eritrea y había querido verme.
Me encuentro con
una mujer que ha pasado de los cuarenta hace bastante, a la cual el tiempo ha
dado el aroma del vino viejo, la pátina que los siglos extienden sobre los
mármoles preciosos. Al verla no se piensa en lo bella que tuvo que ser de
joven, más bien parece que su perfección ha alcanzado un carácter definitivo.
Alta, delgada, esbelta no esconde los frecuentes cabellos blancos en la masa
leonada de su cabellera, no corrige con maquillaje las señales del tiempo, que
no envejecen el rostro, sino que le confieren la nobleza de un esmalte.”
Alberto Denti de Pirajno. Medicina para serpientes. Ediciones del Viento.