«Volvimos a nuestra habitación verde con su demente mural, y nos
dimos cuenta de que estábamos deprimidos. No nos podíamos imaginar exactamente
por qué, y entonces caímos en la cuenta: hay muy poca risa en las calles, y
raramente alguien sonríe. La gente camina, o más bien se va escabullendo, con
la cabeza gacha, y no sonríen. Quizá es que trabajan demasiado, que tienen que
viajar demasiado lejos para llegar al trabajo que hacen. Parece haber una gran
seriedad en las calles, y quizá esto siempre era así, no lo sabemos. »
John
Steinbeck.