CARRUSEL DE LA MUERTE
“Las sepulturas reales se encuentran en
la región de Gerro, lugar hasta donde es navegable el Borístenes. Así que muere
un soberano, cavan allí una gran fosa cuadrada. Lista ésta, depositan el
cadáver sobre un carro y lo conducen a tierras de otras tribus
Antes, ha sido embalsamado de la siguiente manera: abierto y vaciado el
vientre, lo rellenan con una mezcla de azafrán, incienso, semillas de apio y de
anís, todo bien machacado, antes de coserlo. Por último, se cubre todo el
cuerpo de una capa de cera.
Cuando el muerto es transportado de una
provincia a otra, quienes lo reciben hacen lo mismo que los escitas reales: se
cortan un trozo de oreja, rapan sus cabellos, se hacen cortes alrededor del
brazo, aráñanse la frente y la nariz y se atraviesan la mano izquierda con una
flecha.
Por fin, después de llevar el carro
mortuorio de un lado a otro, llegan al lugar conocido por Gerro, el más
apartado de sus dominios, donde aguarda la tumba. Colocan el cadáver en la
fosa, sobre un lecho de paja, a cuyos lados hunden lanzas en el suelo.
Seguidamente apoyan palos en ellas y lo cubren todo con una enramada de mimbre.
En el espacio sobrante de la fosa entierran a una de sus concubinas, al copero,
a un cocinero, un caballerizo, un criado y un mensajero para recados, todos los
cuales son estrangulados antes. Tampoco le han de faltar al rey muerto caballos
ni toda clase de útiles, incluso vasos de oro, pero no se le ponen en la tumba
objetos de plata ni de bronce. La última operación consiste en formar entre
todos los acompañantes un gran túmulo, y cada cual procura colaborar a que sea
lo más alto posible."
Werner Keller. El asombro de Herodoto. Bruguera. 1973.