EL MAHARAJAH
«Me habían hecho una detallada descripción del Maharajah, pero no me habían preparado para la curiosa figura que ahora entraba cojeando al cuarto. Su rostro de nariz sin puente, labios hundidos, mentón prominente y protuberantes ojos castaños, sobre el que se había formado una película azulada, tenía un vigoroso parecido con el de un perro pekinés; por la mitad del puente derrumbado de su nariz, desde el centro de la frente, le chorreaban unas manchas de pintura amarilla; un diamante brillaba en el lóbulo de cada oreja, y del borde de su sombrerito redondo, que estaba hecho de terciopelo verde y brocado dorado, asomaba un rizo de cabello gris oscuro. Era pequeño y muy liviano, y su cuerpo de articulaciones rígidas estaba prolijamente enfundado en una levita de faldones largos de tweed violeta y gris con un alto cuello militar de terciopelo gris y puños de la misma tela; los pantalones eran de algodón blanco, arrugadamente ajustados en la mitad inferior de la pierna, pero amplios de la rodilla para arriba. Las medias eran de un violeta brillante, y llevaba los pies, largos y delgados, en escarpines de baile de charol. Aprecié lentamente estos detalles.»
JOSEPH RANDOLPH ACKERLEY.
VACACIÓN HINDÚ.
EDITORIAL ANAGRAMA.