EL AGUA Y EL FUEGO
«En una ocasión, para entablar
conversación con ellos sobre esto, se puso a contar los hechos más antiguos de
esta ciudad, la historia de Foroneo, del que se dice que es el primer hombre, y
de Níobe y narró cómo Deucalión y Pirras sobrevivieron después del diluvio e
hizo la genealogía de sus descendientes y quiso calcular el tiempo transcurrido
desde entonces recordando cuántos años había vivido cada uno. En ese instante,
un sacerdote muy anciano exclamó: “¡Ay!, Solón, Solón, ¡los griegos seréis
siempre niños!, ¡no existe el griego viejo!” Al escuchar esto, Solón le preguntó:
“¿Por qué lo dices?” “Todos”, replicó aquél, “tenéis almas de jóvenes, sin
creencias antiguas transmitidas por una larga tradición y carecéis de conocimientos
encanecidos por el tiempo. Esto se debe a que tuvieron y tendrán lugar muchas
destrucciones de hombres, las más grandes por fuego y agua, pero también otras
menores provocadas por otras innumerables causas. Tomemos un ejemplo, lo que se
cuenta entre vosotros de que una vez Faetón, el hijo del Sol montó en el carro
de su padre y, por no ser capaz de marchar por el sendero paterno, quemó lo que
estaba sobre la tierra y murió alcanzado por un rayo. La historia, aunque
relatada como una leyenda, se refiere, en realidad, a una desviación de los
cuerpos que en el cielo giran alrededor de la tierra y a la destrucción, a
grandes intervalos, de lo que cubre la superficie terrestre por un gran fuego…”»
Solón
Critias
Platón