INADAPTADOS
“En lo que respecta a Berkeley Cole y Denys
Finch-Hatton mi casa era un local comunista. Se sentían orgullosos de que todo lo
que en ella había fuera suyo y traían cosas que creían que le faltaba. Consiguieron
que la casa tuviera una elevada categoría en vino y en tabaco, y me traían
libros y discos de gramófono de Europa. Berkeley llegaba con su automóvil
cargado de pavos, huevos y naranjas de su propia granja en el monte Kenia. Los
dos querían que me convirtiera en una experta en vinos como ellos y gastaban
mucho tiempo e ideas en la tarea. Les gustaba mucho mi cristalería y mi
porcelana danesas, y solían montar en la mesa del comedor una alta y
resplandeciente pirámide con toda la cristalería, una pieza sobre otra; les
gustaba verla.
Berkeley,
cuando estaba en la granja, se bebía una botella de champán cada mañana a las
once. Una vez, cuando se estaba despidiendo de mí y me daba las gracias por el
tiempo pasado en la granja, añadió que había un único borrón en el cuadro, y
era que habíamos utilizado copas toscas y vulgares para nuestro vino que
tomábamos bajo los árboles.
-- Ya
lo sé, Berkeley –le dije--, pero es que tengo muy pocas copas buenas y los
criados pueden romperlas al traerlas hasta tan lejos.
Me
miró gravemente, su mano en la mía.
--Pero,
querida –dijo--, ha sido tan triste.
A
partir de entonces hizo llevar mis mejores copas al bosque.
Había
algo muy curioso en Berkeley y Denys –sus amigos en Inglaterra sintieron mucho
que emigraran y en la colonia eran muy queridos y admirados—y es que, a pesar
de todo, eran unos inadaptados. No es que la sociedad los hubiera echado ni que
los hubieran expulsado de lugar alguno en el mundo, sino que era una cuestión
de tiempo, no pertenecían a su siglo. No podía haberlos producido otra nación
que Inglaterra, pero eran ejemplos de atavismo, la suya era una Inglaterra
primigenia, que ya no existía. En aquella época no tenían hogar, viajaban de un
lado para otro y con el tiempo llegaron hasta la granja. De eso no se daban
cuenta. Tenían un sentimiento de culpabilidad por haberse ido de Inglaterra
como si sólo hubiera sido por aburrimiento, esquivando un deber que sus amigos
seguían cumpliendo. Denys, cuando hablaba de sus años jóvenes –aunque seguía
siendo joven--, del futuro y de los consejos que le daban sus amigos en
Inglaterra, citaba al Jacques de Shakespeare:
Si alguna vez ocurre
que
cualquier hombre se convierte en asno,
dejando
su riqueza y comodidades
para
agradar a su terca voluntad…
Pero se equivocaba sobre sí mismo, como también
Berkeley y también, quizá Jacques. Se creían desertores que alguna vez tendrían
que pagar por su obstinación, pero en realidad eran exiliados que soportaban su
exilio con buen humor.”
Isak Dinesen.
Lejos de África.
Ediciones Alfaguara.
Lejos de África.
Ediciones Alfaguara.