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lunes, 15 de julio de 2019

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE





EL ANIVERSARIO

"Bien pudiera ser que aquel discurso estuviera lleno de fruslerías; desde siempre tuve buen olfato para ello; pero lo que hirió hasta lo más profundo mis puros sentimientos fue aquella gran consideración por un escritor del que ni siquiera mi madre conocía las obras. Cuando le conté lo que había pasado se quedó atónita y dijo: «No sé, al final tendré que leer algo de él».
La vez siguiente que fui al Círculo de Lectores de Hottingen pedí Los campesinos de Seldwyla, todavía con bastantes reservas mías. La señorita de la ventanilla sonrió, y un señor que había ido a recoger algo me corrigió como si yo fuera un analfabeto: «La gente de Seldwyla», y no faltó mucho para que me dijera: «¿Ya sabes leer?». Me avergoncé mucho y en lo sucesivo me propuse ser más cuidadoso con Keller. No imaginaba entonces con cuánto goce leería un día «Enrique el Verde»; y cuando de vuelta a Viena como estudiante, volví a enfrascarme en Gogol, sólo pude reconocer en la literatura alemana que yo conocía, un relato de la misma talla: «Los tres fabricantes de peines amantes de la justicia», de Keller.
Si tuviera la suerte de seguir vivo en el año dos mil diecinueve, y el honor de estar presente en la celebración de su segundo centenario en la Iglesia del Predicador y de homenajearle con un discurso, encontraría elogios muy distintos para él, que doblegarían hasta al ignorante orgullo de un chico de catorce años."

Elías Canetti.
La lengua absuelta.
Alianza Editorial.