EDUCACIÓN
Y EXCREMENTOS
«En
la escuela solían preguntarnos cuáles eran nuestros planes para el
futuro. La respuesta correcta era la siguiente: «Seguir los
preceptos del presidente Mao y ser un sucesor cualificado para la
revolución». Todos asumíamos que eso de ser un «sucesor
cualificado para la revolución» significaba ayudar a los pobres
campesinos de las regiones más desérticas o montañosas. En 1975,
el Partido Comunista promocionaba un modelo de estudiante que
entregaba los exámenes en blanco, justificándose diciendo que
estaba demasiado ocupado con la revolución como para haberlos
preparado. Se instaba a toda la nación para que reformase el sistema
educativo, que estaba muy alejado, según consideraba el Partido, de
la vida de los trabajadores y campesinos. En la escuela se nos
animaba a pasar menos tiempo estudiando ciencias y más haciendo
trabajos físicos, como recoger los excrementos de los caballos en la
calle o ayudar a los campesinos a arrancar las malas hierbas. Padre
estaba sumamente preocupado con esa nueva tendencia política y,
aunque no protestaba sobre lo que pasaba en la escuela, me obligaba a
leer libros en casa para recuperar el tiempo perdido en las clases.
—Este
país está destrozado —le decía a Madre. Luego, al darse cuenta
de que yo le había oído, añadía—: No le digas nada a tu
profesora y sigue con tus estudios.»
Wenguang
Huang.
El
pequeño guardia rojo.
Libros
del Asteroide