Alguna
vez, en la alta noche, siento
por
mis hombros un río de tristezas
pasar,
y oigo las horas detenerse,
y
veo las sombras agruparse inquietas.
Digo
que es noche alta, y que el silencio
tirante
y duro, me devuelve en trémula
palpitación
jadeante, eco preciso,
el
latir de mis venas.
Solos
la noche y yo, con mis dos manos
sacudo
el tronco de feroz corteza
hasta
ver desprenderse de la copa
tiernos
luceros, pálidas estrellas,
y
me sonrío con mi secreto... dentro
de
mil años, caerán sobre la tierra.
Pedro
Garfias.