LA
MALA MÚSICA
"El
día siguiente vino de hazia el Oriente una gran canoa con veinte y cuatro
hombres, todos mancebos e muy ataviados de armas, arcos y frechas y tablachinas,
y ellos, como dixe, todos mancebos de muy linda disposición y no negros, salvo
más blancos que otros que aya visto en las Indias, y de muy lindo gesto y
fermosos cuerpos, y los cabellos llanos y largos, cortados a la guisa de
Castilla. Traían la cabeza atada con un pañuelo de algodón texido a labores y
colores, los cuales creía yo que era almaiçares, y otro destos pañuelos traían
ceñido y se cobijavan con él en lugar de pañetes. Cuando llegó esta canoa,
habló de muy lexos, e yo ni otro ninguno no les entendimos, salvo que yo le
mandé fazer señas que se allegasen, y en esto se pasó más de dos oras y, si se
llegavan un poco, luego se desviavan. Yo les fazía mostrar bacines y otras
cosas que relucían, por enamorarlos por que viniesen, y a cabo de un rato se
allegaron más que fasta entonces no avían.
E
yo deseava mucho aver lengua y no tenía ya cosa que me pareciese que era de
mostrarles para que viniesen, salvo que hize subir un tamborino en el castillo
de popa que tañesen e unos mancebos que danzasen, creyendo que se allegarían a
ver la fiesta. Y, luego que vieron tañer y danzar, todos dexaron los remos y
echaron mano a los arcos y los encordaron, y embrazaron su tablachina y
començaron a tirarnos flechas. Cesó luego el tañer y danzar y mandé sacar unas
ballestas, y ellos dexáronme y fueron a más andar a otra caravela, y de golpe
se fueron debaxo la popa de ella, y el piloto entró con ellos y dio un sayo y
un bonete a un hombre principal que le pareció de ellos, y quedó concertado que
le iría a hablar en la playa, adonde ellos luego fueron con la canoa
esperándole. Y él, como no quiso ir sin mi licencia, y como ellos le vieron
venir a la nao con la barca, tornaron a entrar en la canoa y se fueron, y nunca
más los vide ni a otros en esta isla."
Cristobal Colón.
Tercer viaje.