“Cada dos o tres meses, iba a pasar unos días al oasis de
Gadames, nudo crucial de todas las pistas que convergen allí desde la costa,
Fezzán, Túnez y Argelia. He recorrido los trescientos kilómetros que separan
Nalut de Gadames, con todo tipo de transportes: aeroplano, automóvil, camión,
caravana, y tengo que reconocer que, aunque es el más incómodo, ninguna forma
de viajar iguala la belleza del paso lento del camello sobre una pista soleada.
El que, después de días y días de caravana, tiene la fortuna de asomarse al
balcón que forman las dunas de Bab, y contemplar desde la silla de un mehari el
oasis de Gadames envuelto en la luz de la puesta de Sol, difícilmente podrá
olvidar aquel momento.”
Alberto Denti de Pirajno.