“Los predicados que el pensar de la Metafísica atribuye desde
antiguo al ser, según su última y suprema y por ello acabada figura, Schelling
los encuentra en el querer. Sin embargo, la voluntad de este querer no está
aquí pensada como capacidad del alma humana. La palabra «querer» es aquí el
nombre del ser del ente en su totalidad. Éste es voluntad. Esto nos suena
extraño y además lo será mientras sigan siéndonos extraños los pensamientos
fundamentales de la Metafísica occidental. Seguirán siéndolo mientras no
pensemos estos pensamientos sino que lo único que hagamos sea hablar de ellos.
Se puede, por ejemplo, dar cuenta de un modo históricamente exacto, de los
enunciados de Leibniz sobre el ser del ente sin que pensemos lo más mínimo de
lo que él pensó cuando, a partir de la monada, determinaba el ser del ente como
unidad de perceptio y appetitus, como unidad de representar y aspirar, es
decir, como voluntad. Lo que piensa Leibniz llega, a través de Kant y Fichte,
al habla como voluntad racional, una voluntad sobre la que Hegel y Schelling,
cada uno a su manera, reflexionan. Lo mismo quiere decir Schopenhauer cuando da
a su obra fundamental el título «El mundo (no el hombre) como voluntad y
representación». Lo mismo piensa Nietzsche cuando reconoce al ser originario
del ente como voluntad de poder.”
Martin
Heidegger.