EN LA AURORA NEGRA
Se
aferran al desánimo imaginario o sediento que ocupa
el
atardecer de mi vida
para
devorar todo
lo
que no llegaré
a
poseer jamás.
Y
aunque 
tampoco
lo soñé,
los
senderos cabalgados 
durante
años, son el espejo 
que
soporto y acepto
como
una enfermedad 
inevitable
crecida en los uniformes que me arrastran.
                                                             Adelina Aller
