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miércoles, 21 de marzo de 2012

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE




EL EGO GRIS


"Tengo una pésima opinión de mí mismo. No me gusto nada. Me considero capaz de hacer, en cualquier momento, el más abyecto desatino, la más indignante tontería. Tengo grandes dudas sobre mi moralidad intrínseca. Mis defensas –sobre todo las defensas que provienen de la vanidad, del amor propio—son paupérrimas. Soy un hombre ligero –pero no soy un presumido--. Ligero, muchísimo. No pasa día que no formule las correspondientes mentiras, que no articule las correspondientes frases gratuitas –cheques sin provisión--, que no hable con la mayor frivolidad y por el gusto de mero capricho. Hay gente que sabe justificar sus propias mentiras. Todo lo que hacen, lo consideran absolutamente necesario. ¡Felices ellos! Yo digo una falsedad pero no lo hago a conciencia. Se me nota en seguida en la cara. No sé disimular, no tengo confianza en mí mismo. Y es precisamente porque no tengo confianza en mí mismo por lo que los otros tampoco me la prestan. No llego a inspirar confianza –éste es el hecho--. Cuando algunos de mis amigos han aplicado su agudeza a la observación de mi manera de ser, han dado un diagnóstico inquietante. Márius Aguilar ha escrito que yo soy una especie de ruso del Mediterráneo. ¡Para un espíritu tan latino, tan cyranesco como el de él, es una nota bastante triste! Josep María de Sagarra dice –me lo ha dicho a mí mismo—que soy un hombre falso. No sé en qué estima me tiene el doctor Borralleras. Me mira, me vuelve a mirar, me remira y, sospecho que no da en el busilis. Ahora bien: yo no quiero tener contra todo el mundo. No tengo ninguna condición para el heroísmo. Pero una cosa me parece muy cierta: es absolutamente urgente que me presente de otra manera –por lo menos con otro traje."

Josep Pla. El cuaderno gris. Ediciones Destino. 1994.