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viernes, 30 de marzo de 2012

OBITER DICTUM







“Las grandes producciones a las que afectó este mal babélico fueron, entre otras, Tener y no tener, El retrato de Dorian Gray y El filo de la navaja. Tengo que decir que Humphrey Bogart, doblado por un actor mexicano, era tan falso y falaz como doblado en España. Todo este doblaje para América se hizo en Nueva York. No hubiera sido mejor en Hollywood. Afortunadamente el público, de Buenos Aires a La Habana, rechazó el doblaje y reclamó la vuelta del subtítulo y también del familiar sonido original. Nadie en América creía que Humphrey Bogart nació hablando español. De este travesti verbal atesoro un momento de Tener y no tener en el que el pseudo Bogart rechazaba los avances de Marcel Dalio con la frase “Besos no, francés, por favor”. Es de una comicidad irreal que Bogart nunca soñó.”


Guillermo Cabrera Infante.

lunes, 26 de marzo de 2012

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE






Del palacio maravilloso que hay en Cambalú y de la asombrosa hermosura de aquel lugar.


“Durante tres meses, a saber, diciembre, enero y febrero, el rey Cublay reside sin interrupción en la ciudad regia, en la cual se alza el palacio real, que es de esta traza. En primer lugar su circunferencia abarca cuatro millas, de suerte que cada uno de sus cuatro lados mide una milla. La muralla del palacio es de gran grosor, y de diez pasos de altura; su fachada exterior está pintada por todas partes de blanco y rojo. En cada esquina de la muralla se levanta un palacio grande y hermoso; igualmente hay otro palacio en el centro de cada fachada de las murallas principales, de manera que hay en todo el contorno ocho palacios. En éstos se guarda el aparato y las armas de guerra, a saber, arcos, flechas, aljabas, espuelas, sillas, frenos, cuerdas de arco y demás pertrechos pertinentes al combate; en cada palacio se conservan sólo armas de una clase. La fachada del palacio que mira al mediodía tiene cinco puertas, de las cuales la central es mayor que las demás y no se abre jamás, salvo para la entrada o la salida del soberano, pues nadie puede cruzar por ella excepto el rey; pero tiene dos puertas menores laterales por las que pasan los que acompañan al monarca. Las tres restantes fachadas están provistas de una única puerta en su centro, por la que puede entrar libremente quienquiera. Detrás de los palacios susodichos situados en la fachada, corre a la distancia oportuna otro muro a la manera del anterior que contiene igualmente ocho palacios, en los que se guardan otros aprestos y enseres preciosos y joyas del gran rey. En el centro del espacio interior se encuentra el palacio real; carece de terraza, pero su pavimento sobresale diez palmos del suelo del exterior. Su techo es muy alto y está primorosamente pintado. Las paredes de las salas y de las habitaciones están todas recubiertas de oro y de plata y en ellas se encuentran hermosas pinturas y cuadros con historias de batallas. Gracias a estos adornos y pinturas el palacio resplandece sobremanera. En la sala mayor se sientan a la mesa al mismo tiempo alrededor de seis mil hombres. Detrás de las murallas susodichas y entre los mencionados palacios se extienden amenos jardines, cubiertos de praderas y arbustos silvestres de sabrosísimos frutos. Pueblan los vergeles muchos animales salvajes, a saber, ciervos blancos, los bichos en los que se encuentra el almizcle, de los cuales se ha hablado en el libro primero, cabras, gamos, veros y otros muchos animales a maravilla. En la parte de la sala que da al aquilón se extiende junto al palacio un estanque en el que se crían muchos y exquisitos peces, que se llevan allí de otras partes; de éstos puede elegir el rey según le plazca. Al estanque lo atraviesa un rió, a cuya entrada y salida están puestas rejas de hierro, para que los peces no puedan escapar. Fuera del palacio y a una legua se eleva un montecillo de cien pasos de altura y de una milla de circunferencia, sembrado de árboles cuya hoja siempre verdea. Dondequiera que sepa el rey que hay un árbol hermoso, hace que se le traslade allí con sus raíces a lomo de elefantes, incluso desde regiones remotas, y ordena que se plante en el jardín; por tanto, crecen en él árboles hermosos sobremanera. Todo el monte es ameno y cubierto de hierba verde; y como todas las cosas son allí verdes, por eso se llama Monte Verde. Remata su cumbre un palacio pintado de verde. En ese montecillo se recrea a menudo el Gran Kan en sus ratos de holganza. Junto al palacio susodicho construyó el rey Cublay otro palacio semejante a él en todo, en el que habita Themur, el que ha de reinar a su muerte, que dispone de una corte regia muy magnífica; y tiene bulas imperiales y sello imperial, pero no con tanta plenitud de poderes como el Gran Kan.”


Marco Polo. El libro de… Alianza Editorial.

miércoles, 21 de marzo de 2012

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE




EL EGO GRIS


"Tengo una pésima opinión de mí mismo. No me gusto nada. Me considero capaz de hacer, en cualquier momento, el más abyecto desatino, la más indignante tontería. Tengo grandes dudas sobre mi moralidad intrínseca. Mis defensas –sobre todo las defensas que provienen de la vanidad, del amor propio—son paupérrimas. Soy un hombre ligero –pero no soy un presumido--. Ligero, muchísimo. No pasa día que no formule las correspondientes mentiras, que no articule las correspondientes frases gratuitas –cheques sin provisión--, que no hable con la mayor frivolidad y por el gusto de mero capricho. Hay gente que sabe justificar sus propias mentiras. Todo lo que hacen, lo consideran absolutamente necesario. ¡Felices ellos! Yo digo una falsedad pero no lo hago a conciencia. Se me nota en seguida en la cara. No sé disimular, no tengo confianza en mí mismo. Y es precisamente porque no tengo confianza en mí mismo por lo que los otros tampoco me la prestan. No llego a inspirar confianza –éste es el hecho--. Cuando algunos de mis amigos han aplicado su agudeza a la observación de mi manera de ser, han dado un diagnóstico inquietante. Márius Aguilar ha escrito que yo soy una especie de ruso del Mediterráneo. ¡Para un espíritu tan latino, tan cyranesco como el de él, es una nota bastante triste! Josep María de Sagarra dice –me lo ha dicho a mí mismo—que soy un hombre falso. No sé en qué estima me tiene el doctor Borralleras. Me mira, me vuelve a mirar, me remira y, sospecho que no da en el busilis. Ahora bien: yo no quiero tener contra todo el mundo. No tengo ninguna condición para el heroísmo. Pero una cosa me parece muy cierta: es absolutamente urgente que me presente de otra manera –por lo menos con otro traje."

Josep Pla. El cuaderno gris. Ediciones Destino. 1994.

sábado, 17 de marzo de 2012

Y EL ÓBOLO BAJO LA LENGUA





AS PALAVRAS INTERDITAS


Os navios existem, e existe o teu rosto
encostado ao rosto dos navios.
Sem nenhum destino flutuam nas cidades,
partem no vento, regressam nos rios.

Na areia branca, onde o tempo começa,
uma criança passa de costas para o mar.
Anoitece. Não há dúvida, anoitece.
É preciso partir, é preciso ficar.

Os hospitais cobrem-se de cinza.
Ondas de sombra quebram nas esquinas.
Amo-te... E entram pela janela
as primeiras luzes das colinas.

As palavras que te envio são interditas
até, meu amor, pelo halo das searas;
se alguma regressasse, nem já reconhecia
o teu nome nas suas curvas claras.

Dói-me esta água, este ar que se respira,
dói-me esta solidão de pedra escura,
estas mãos nocturnas onde aperto
os meus dias quebrados na cintura.

E a noite cresce apaixonadamente.
Nas suas margens nuas, desoladas,
cada homem tem apenas para dar
um horizonte de cidades bombardeadas.


Eugenio de Andrade

jueves, 15 de marzo de 2012

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE






EL SABOR DE UN PAISAJE

«Esta idea, que estimo básica para percibir la mutación que se iba a operar en la perspectiva de la guerra, tal vez la reciban con ira o con desprecio, o con odio, o con desdén, quienes manejan aquellos intereses e ideologías, a pesar de lo cual no he dejado de escribirla porque soy español y porque sé de las nobles reacciones de mi pueblo al que creo conocer: pude estudiarlo y comprenderlo a lo largo de una vida vulgar, pero fecunda: en los colegios donde comencé mi educación, en los cuartos de banderas, en las minas, en las fábricas, en los clubes aristocráticos y en las mansiones señoriales, en los cenáculos literarios, en las sacristías, en las logias, en las iglesias y en los mercados, donde viven, bullendo o dormitando, las clases sociales, hombres, mujeres, niños, viejos, artistas, pensadores y labriegos. En todos esos lugares he estado, he hablado con mis compatriotas de tú a tú, los he escuchado y he convivido con ellos y, lo que es lo mismo, he podido saborear y captar el ambiente y el panorama sin conformarme con observarlo como se pueden contemplar una película o un paisaje; y todo eso he podido hacerlo libre y dignamente, sin ser amo ni siervo, clérigo ni masón, marxista ni falangista, es decir, sin ser otra cosa que lo que somos muchos españoles, celosos defensores de la independencia nacional, gentes de fe y patriotas sin alharacas. Porque así he conocido a mi pueblo, he podido admirarlo y tener fe en él y en sus obras. »

Vicente Rojo.
Así fue la defensa de Madrid.
Ediciones Era.

miércoles, 14 de marzo de 2012

OBITER DICTUM







Cuando la señorita Polaire llegó a Nueva York, contratada por un empresario norteamericano, su indignación fue algo espantosa al verse anunciada como la mujer más fea del mundo.

       — ¡Qué quiere usted! —le dijo el empresario—. Si fuese usted más bonita que fea, la hubiésemos anunciado como la mujer más bonita del mundo; pero siendo usted más fea que bonita, hemos tenido que anunciarla como lo hemos hecho. Además, aquí hay todas las temporadas 10 o 12 mujeres, cada una de las cuales es la más bonita del mundo. Las mujeres más bonitas del mundo dan cada vez menos resultado. Ahora vamos a ensayar las más feas…


Julio Camba

domingo, 11 de marzo de 2012

OBITER DICTUM






      “En una de estas visitas oficiales sobrevino un incidente que caracteriza muy bien el rigor de la etiqueta inda y merece ser notado. Se hallaba el virrey en casa del Maharajá de Jutpore, y como faltaba tema de conversación, preguntó aquél al príncipe si tenía varios hijos; pero el anciano rajput, considerando aquella pregunta tan sencilla como una inconveniencia, no contestó. La costumbre inda exige, en efecto, que no se hable de la familia en los actos oficiales. Para salir del apuro, el ministro indio se aventuró a decir que el rey tenía veintidós hijos; pero al oírlo el rajá, exclamó con acento de cólera: «¡Más de ciento!» El ministro debió explicar entonces, que por respeto no había hecho mención sino de los hijos legítimos, y que el número total pasaba efectivamente de ciento. Este detalle basta para que se comprenda hasta qué punto se deben conocer las costumbres para ser buen diplomático en la India.”


Louis Rousselet

miércoles, 7 de marzo de 2012

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE



BADAJOZ EN PARÍS


“Jamás fue nombrada en Paris y en toda la Francia, ciudad alguna del mundo, desde 1909 a 1914, hasta el día precisamente de la declaración de la guerra, como lo fue la ciudad española de Badajoz, capital de la región extremeña.
¡Badayoz!¡Badayoz! se oía en todas las bocas: imposible era dar un paso por todo el territorio francés durante dicho tiempo sin escuchar Badayoz a cada instante.
Y sin embargo, Badajoz no era célebre en el suelo francés por su industria, su comercio, sus artes, ni por sus productos. Lo era por el  nombre que dio a uno de sus caballos el banquero español don Ivo Bosch , recientemente muerto en Barcelona, como daba nombres de capitales de provincias españolas a todos los caballos de su cuadra de carreras. Algunos salieron notables, pero ninguno como Badajoz; otros medianos y otros malos. Por desgracia yo llegué a París cuando solo corrían Córdoba, Huelva, León y algunos otros, todos de última clase, a los efectos de que se trata, por lo que buen dinero me costó mi amor patrio jugando a caballos con nombres españoles y montados por jockeys vistiendo los colores nacionales españoles. Badajoz era un caballo endeblucho, de escasas siete cuartas, corto y de mala estampa, que apenas dio muestras de lo que luego fue en sus primeras carreras, por lo que su dueño, dudando de su valer, lo sacó a correr en un premio a reclamer, que es una carrera de venta, en la que pueden ser reclamados por cualquiera los caballos que en ella corran , pagando el precio que su dueño le fija y el importe del premio, que economiza la Sociedad del hipódromo en que se verifica la carrera, y fue reclamado, creyendo su dueño haber hecho un magnífico negocio, habiendo ganado con Badajoz cinco o seis mil francos.
Apenas en poder de su nuevo dueño empezó Badajoz a ganar carrera sobre carrera, gracias a la mejor preparación que se le diera, llenando de oro las cajas de aquel. Pasó luego a las cuadras del rico americano Vanderbilt, quien pagó por él una cantidad fabulosa, y de ella a las del barón Edmond de Rothschild, quien pagó por Badajoz más de un millón de francos.
Corría en todos los hipódromos una, dos y tres veces por semana, sin que jamás perdiera una sola carrera; puede calcularse que en los cuatro o cinco años que duró su vida de carreras, ganaría en premios más de diez millones de francos.
Se le jugaba en contra en la esperanza de que alguna vez perdiera para obtener una gran ganancia, por lo cual los que jugaban a su favor nunca dejaron de obtener utilidades de alguna consideración.
Llegó el día de la guerra; una de las primeras órdenes que se dictaron fue la de la requisa general de caballos, pero con objeto de conservar las razas, se hicieron algunas excepciones. Esfuerzos inauditos  se hicieron, e influencias poderosas se interpusieron para que Badajoz estuviese comprendido en una de las excepciones. Todo fue inútil. Hasta se pretendió, por su nombre, pasarlo por español y como perteneciente a la Embajada española. Nuestro embajador entonces, marqués de Villaurrutia, no se prestó a esta superchería, y como Badajoz  estaba comprendido en la ley general tuvo que ir a la guerra; la única gracia que se le hizo, por su gran historia, fue ponerlo en manos del famoso jockey Allec Carter, que también fue movilizado el primer día de la guerra, y ambos cayeron gloriosamente muertos en el campo de la gran batalla de la Marne el 4 de Septiembre de 1914.”
¡Pobre Badajoz!”


Genaro Cavestany. Memorias de un viejo. Imprenta Sempere.

sábado, 3 de marzo de 2012

Y EL ÓBOLO BAJO LA LENGUA




EN LA AURORA NEGRA


Se aferran al desánimo imaginario o sediento que ocupa
el atardecer de mi vida
para devorar todo
lo que no llegaré
a poseer jamás.
Y aunque
tampoco lo soñé,
los senderos cabalgados
durante años, son el espejo
que soporto y acepto
como una enfermedad
inevitable crecida en los uniformes que me arrastran.


                                                             Adelina Aller

jueves, 1 de marzo de 2012

ALLÁ EN LAS INDIAS






POR CAMINO EMBARRADO

Ansí como salimos de Cholula con gran concierto, como lo teníamos de costumbre, los corredores de campo a caballo descubriendo la tierra, e peones muy sueltos juntamente con ellos para si algún mal paso o embarazo hobiese ayudasen los unos a los otros, e nuestros tiros muy a punto, e escopeteros e ballesteros e los de a caballo de tres en tres, para que se ayudasen, y todos los más soldados en gran concierto. No sé yo para qué lo traigo a la memoria, sino que en las cosas de la guerra por fuerza hemos de hacer relación dello, para que se vea cuál andábamos, la barba siempre sobre el hombro, e ansí caminando llegamos aquel día a unos ranchos questán en una como serrezuela, ques poblazón de Guaxocingo, que me parece que se dicen los ranchos de Iscalpán, cuatro leguas de Cholula. E allí vinieron luego los caciques y papas de los pueblos de Guaxocingo, questaba cerca, e eran amigos e confederados de los tascaltecas, y también vinieron otros poblezuelos questán poblados a las haldas del volcán que confinan con ellos, e trujeron bastimento y un presente de joyas de oro de poca valía, y dijeron a Cortés que rescibiese aquello y no mirase a lo poco que era, sino la voluntad con que se lo daban, y le aconsejaron que no fuese a Méjico, que era una ciudad muy fuerte y de muchos guerreros, y que correríamos mucho peligro, e que mirase que, ya que íbamos, que subido aquel puerto, que había dos caminos muy anchos, y aquel uno iba a un pueblo que se dice Chalco, y el otro a Tamanalco, que era otro pueblo, y entramos subjetos a Méjico; quel un camino estaba muy barrido e limpio para que vamos por él, e que el otro camino le tenían ciego e cortados muchos árboles muy gruesos y grandes pinos por que no puedan ir caballos ni pudiésemos pasar adelante, e que abajado un poco de la sierra, por el camino que tenían limpio, creyendo que había de ir por él, tenían cortados un pedazo de la sierra, e había allí mamparos e albarradas, e que han estado en el paso ciertos escuadrones de mejicanos para nos matar, e que nos aconsejaban que no fuésemos por el que estaba limpio, sino por donde estaban los árboles atravesados, e que ellos nos darán mucha gente que lo desembaracen, e pues que iban con nosotros los tascaltecas, que todos nos quitarían los árboles, e que aquel camino salía Tamanalco. E Cortés les rescibió el presente con mucho amor, y les dijo que les agradescía el aviso que le daban, e con el ayuda de Dios que no dejará de seguir su camino, e que irá por donde le aconsejaban. E luego otro día bien de mañana comenzamos a caminar, e ya hallamos los caminos ni más ni menos que los de Guaxocingo dijeron, e allí reparamos un poco y aun nos dio qué pensar en lo de los escuadrones mejicanos y en la sierra cortada donde estaban las albarradas de que nos avisaron. E Cortés mandó llamar a los embajadores del gran Montezuma que iban en nuestra compañía y le preguntó que cómo estaban aquellos dos caminos de aquella manera: el uno muy limpio e barrido, y el otro lleno de árboles cortados nuevamente. Y respondieron que porque vamos por el limpio, que sale a una ciudad que se dice Chalco, donde nos harán buen rescibimiento, ques de su señor Montezuma, y quel otro camino, que le pusieron aquellos árboles y lo cegaron por que no fuésemos por él, que hay malos pasos e se rodea algo para ir a Méjico, que sale a otro pueblo que no es tan grande como Chalco. Entonces dijo Cortes que quería ir por el que estaba embarrado.


Bernal Díaz del Castillo. 
Historia verdadera de la conquista...