ENTRE TRACTORES Y SOCIALISMO
Las hileras de tractores nuevos, rojos o verdes, seguían
alineadas en terraplenes a la orilla del camino. Algunos continuaban adentro de
sus embalajes de madera. Filas de máquinas agrícolas amarillas. Al otro lado de
la ruta se divisaban las construcciones y los campos de esparcimiento y deporte
de un manicomio modelo.
—¿Por qué no usan esas máquinas?
—¡Ah! —mi interlocutor levantaba las manos y me respondía en voz
baja, lanzando miradas laterales a las invisibles orejas electrónicas—. Si
continuaras aquí un año, observarías su enmohecimiento, su deterioro
progresivo…
—En un país capitalista subdesarrollado —en Chile, por ejemplo—,
la agricultura está bastante poco mecanizada. Pero si un agricultor compra un
tractor, como tiene que invertir en eso sus ahorros, o endeudarse con el Banco
del Estado, lo cuida y le saca el jugo.
—¡Ya te darás cuenta! —exclamaba mi interlocutor—. Lo que más
caracteriza la economía socialista es el despilfarro. El empleado o el obrero,
que no tienen derecho más que a un par de zapatos por año, miran esos tractores
y piensan que sus zapatos están ahí, pudriéndose. ¿Comprendes?
—La economía de un determinado socialismo, dirás…
—¡Por supuesto! El socialismo no puede ser así. Lo que sucede es
que aquí estamos rodeados de incapaces, ¡de comemierdas! ¡Comemierdas!
Jorge
Edwards.
Persona non grata.
Alfaguara.
Persona non grata.
Alfaguara.