VACAS
“El amor a las vacas parece absurdo, incluso suicida, a los
observadores occidentales familiarizados con las modernas técnicas industriales
de la agricultura y la ganadería. El experto en eficiencia anhela coger a todos
estos animales inútiles y darles un destino adecuado. Y, sin embargo,
descubrimos ciertas incoherencias en la condena del amor a las vacas. Cuando
empecé a pensar si podría existir una explicación práctica para la vaca
sagrada, me encontré con un curioso informe del gobierno. Decía que la India tenía demasiadas
vacas, pero muy pocos bueyes. Con tantas vacas en derredor, ¿cómo podía haber
escasez de bueyes? Los bueyes y el macho del búfalo de agua son la fuente
principal de tracción para arar los campos en la India. Por cada granja
de diez acres o menos, se considera adecuado un par de bueyes o de búfalos de
agua. Un poco de aritmética muestra que, en lo que atañe a la arada, hay en
realidad escasez más que exceso de animales. La India tiene sesenta millones
de granjas, pero sólo ochenta millones de animales de tracción. Si cada granja
tuviera su cupo de dos bueyes o dos búfalos de agua, debería haber 120 millones
de animales de tracción, es decir, 40 millones más de los que realmente hay.
Puede que este déficit no sea tan grave puesto que algunos
agricultores alquilan o piden prestados bueyes a sus vecinos. Pero compartir
animales de tiro resulta a menudo poco práctico. La tarea de arar debe coordinarse
con las lluvias monzónicas, y cuando ya se ha arado una granja, tal vez haya
pasado el momento óptimo para arar otra. Además, una vez finalizada la arada,
el agricultor necesita todavía su propio par de bueyes para tirar de su
carreta, que es la base principal del transporte de bultos en toda la India rural. Es muy posible
que la propiedad privada de granjas, ganado vacuno, arados y carretas de bueyes
reduzca la eficiencia de la agricultura india, pero pronto me percaté de que
esto no era provocado por el amor a las vacas.
El déficit de animales de tiro constituye una amenaza terrible que
se cierne sobre la mayor parte de las familias campesinas de la India. Cuando un
buey cae enfermo, el campesino pobre se halla en peligro de perder su granja. Si
no posee ningún sustituto, tendrá que pedir prestado dinero con unos intereses
usurarios. Millones de familias rurales han perdido de hecho la totalidad o
parte de sus bienes y se han convertido en aparceros o jornaleros como
consecuencia de estas deudas. Todos los años cientos de miles de agricultores
desvalidos acaban emigrando a las ciudades, que ya rebosan de personas sin
empleo y sin hogar.
El agricultor indio que no puede reemplazar su buey enfermo o
muerto se encuentra poco más o menos en la misma situación que un agricultor
americano que no pueda sustituir ni reparar su tractor averiado. Pero hay una
diferencia importante: los tractores se fabrican en factorías, pero los bueyes
nacen de las vacas. Un agricultor que posee una vaca posee una factoría para
producir bueyes. Con o sin amor a las vacas, ésta es una buena razón para tener
poco interés en vender su vaca al matadero. También empezamos a vislumbrar por
qué los agricultores indios podrían estar dispuestos a tolerar vacas que sólo
producen 500 libras
de leche al año. Si la principal función económica de la vaca cebú es criar
animales de tracción, entonces no hay ninguna razón para compararla con los
especializados animales americanos cuya función primordial es producir leche.
Sin embargo, la leche que producen las vacas cebú cumple un cometido importante
en la satisfacción de las necesidades nutritivas de muchas familias pobres.
Incluso pequeñas cantidades de productos lácteos pueden mejorar la salud de
personas que se ven obligadas a subsistir al borde de la inanición.
Cuando los agricultores indios quieren un animal principalmente
para obtener leche recurren a la hembra del búfalo de agua, que tiene períodos
de secreción de leche más largos y una producción de grasa de mantequilla mayor
que la del ganado cebú. El búfalo de agua es también un animal superior para
arar en arrozales anegados. Pero los bueyes tienen más variedad de usos y los
agricultores los prefieren para la agricultura en tierras de secano y para el
transporte por carretera. Sobre todo, las razas cebú son extraordinariamente
resistentes y pueden sobrevivir a las largas sequías que periódicamente asolan
diferentes partes de la India.
La agricultura forma parte de un inmenso sistema de relaciones
humanas y naturales. Juzgar partes aisladas de este “ecosistema” en términos
que son pertinentes para el comportamiento del complejo agrícola americano
produce impresiones muy extrañas. El ganado vacuno desempeña en el “ecosistema”
indio cometidos que fácilmente pasan por alto o minimizan los observadores de
sociedades industrializadas con alto consumo de energía. En Estados Unidos los
productos químicos han sustituido casi por completo al estiércol animal como
fuente principal de abonos agrícolas. Los agricultores americanos dejaron de
usar estiércol cuando empezaron a arar con tractores en vez de con mulas o
caballos. Puesto que los tractores excretan veneno en vez de fertilizantes, la
utilización de una agricultura mecanizada a gran escala implica casi
necesariamente el empleo de fertilizantes químicos. Y hoy en día se ha
desarrollado de hecho en todo el mundo un enorme complejo industrial integrado
de petroquímicas-tractores-camiones, que produce maquinaria agrícola,
transporte motorizado, gas-oil y gasolina, fertilizantes químicos y pesticidas
de los que dependen las nuevas técnicas de producción de altos rendimientos.
Para bien o para mal, la mayor parte de los agricultores de la India no pueden participar
en este complejo, no porque veneren a sus vacas, sino porque no pueden
permitirse el lujo de comprar tractores. Al igual que otros países
subdesarrollados, la India
no puede construir factorías que compitan con las instalaciones de los países
industrializados, ni pagar grandes cantidades de productos industriales
importados. La transformación de los animales y el estiércol en tractores y
petroquímica requeriría la inversión de sumas increíbles de capital. Además, el
efecto inevitable de sustituir animales baratos por maquinas costosas es
reducir el número de personas que pueden ganarse la vida mediante la
agricultura y obligar al correspondiente aumento en las dimensiones de la
granja ordinaria. Sabemos que el desarrollo de la economía agrícola en gran
escala en Estados Unidos ha significado la destrucción virtual de la pequeña
granja familiar. Menos del 5 por 100 de las familias de Estados Unidos viven en
la actualidad en granjas, en comparación con el 60 por 100 de hace
aproximadamente cien años. Si la economía agrícola tuviera que desarrollarse de
forma similar en la India,
habría que encontrar en poco tiempo trabajo y alojamiento para 250 millones de
campesinos desplazados.”
Marvin Harris. Vacas, cerdos, guerras y brujas. Alianza Editorial