LA ULTIMA MORDIDA
Empezamos
a rodar el material preparatorio en Tampico. Eran planos con el doble de Bogie
y varias vistas de Tampico para fondos. Llevábamos una semana rodando en
Tampico cuando, al bajar las escaleras del hotel donde se alojaba el equipo, me
los encontré a todos sentados. Habían llegado órdenes de las autoridades de la
Ciudad de México de interrumpir el rodaje inmediatamente. Al parecer el
periódico de Tampico había publicado un artículo afirmando que habíamos tomado
fotos que constituían un descrédito para México. Continuaba diciendo que la
población mexicana había reaccionado con justa indignación y nos había
amenazado, llegando a arrojar piedras contra el equipo. No había una palabra de
verdad en nada de esto. Por el contrario, la gente de Tampico había sido
sumamente amable, y del alcalde para abajo todos nos habían prestado su
colaboración. Todo había sido tan armonioso que, ingenuos de nosotros, no
podíamos entender qué ocurría. Pronto descubrimos que cuando se deseaba hacer
algo en Tampico, el procedimiento habitual era visitar al director del
periódico y pagarle una mordida . Nosotros no lo habíamos hecho. Puede que se
nos hubiera hecho alguna insinuación, pero a nuestros relaciones públicas se
les habían pasado por alto o no las habían tenido en cuenta. Ya habíamos hecho
una gran inversión en la película. Puesto que pensábamos rodarla entera en
México, la Warner Brothers hizo gestiones inmediatas a través del Departamento
de Estado. Mientras tanto recibí una llamada de un viejo amigo, Miguel
Covarrubias, preguntándome qué pasaba. Le dije que no había un ápice de verdad
en las afirmaciones del periódico.
—Estaba
seguro de eso —dijo él—, pero quería que me lo confirmaras. Diego y yo iremos a
ver al Presidente.
Así que
él y Diego Rivera —que también era un viejo amigo mío— fueron a ver al
presidente de México, quien envió a un representante. Éste llevó a cabo una
investigación y luego nos dio permiso para reanudar el rodaje. Este fue el
comienzo de algo que se convirtió en un procedimiento habitual por parte del
Gobierno mexicano. Que haya un representante del Gobierno cuando un equipo
cinematográfico extranjero rueda exteriores es ahora una práctica común en todo
el mundo. El director del periódico que escribió aquellas historias falsas
sobre nosotros fue asesinado dos o tres semanas más tarde. No por lo que nos
había hecho a nosotros, sin embargo. Un marido celoso le encontró en una cama
que no era la suya.
John Huston.
A libro abierto.
Espasa-Calpe.