LA VEJEZ
Aquí estoy sometido al tiempo
altivo por la costumbre del dolo
mi corazón ya herido para siempre
Ningún ángel infantil sostiene mi mano
ningunos ojos compadecen mi firmeza
estoy solo
solo y terrible pero pienso
pienso en recuperar algún día el amor que no supe
tener a los que me amaron
en poder ofrecer alguna vez a mis muertos la
nobleza de mi silencio la tortura de mi
sangre los
trabajos de mi esperanza
Aquí estoy al borde del final
ya falta poco para que termine
esta lucha admirativa por la frescura del mundo
esa ráfaga olorosa que iluminaba aquellas noches
primaverales de la juventud
ese breve saludo que se cruza entre dos
desconocidos
mientras regresan a su barrio después de la jornada
esta inmensa obligación de permanecer en la vida
esa palabra del hombre que juega suelta en el aire
de la Creación
Cuando todo esto desaparezca
cuando todo termine
envíame señor ese ángel infantil que sostenga mi
mano
esa mirada tranquila que compadezca mi firmeza
Juan Sierra.