“De algunas aves de maravillosa propriedad y naturaleza que hay en
la Nueva España.
Muchas aves hay en la Nueva
España muy semejantes a las de Castilla; pero hay otras en
todo tan diferentes, que paresció ser justo, de la multitud dellas, escoger
algunas, para que, entendiendo el lector su maravillosa diversidad, conozca el
poder del Criador maravilloso en todas sus obras. El ave que en la lengua
mexicana se llama tlauquechul es, por su pluma y por hallarse con gran
dificultad, tan presciada entre los indios, que por una (en tiempo de
infidelidad) daban cuarenta esclavos, y por gran maravilla se tuvo que el gran
señor Montezuma tuviese tres en la casa de las aves, y fue costumbre, por la
grande estima en que se tuvo esta ave, que a ningún indio llamasen de su nombre,
si no fuese tan valeroso que hubiese vencido muchas batallas. Tiene la pluma encarnada
y morada; el pico, según la proporción de su cuerpo, muy grande, y en la punta
una como trompa; críase en los montes. El ave que se dice aguicil es muy más
pequeña que gorrión, preciosísima también por la pluma, con la cual los indios
labrán lo más perfecto de las imágenes que hacen; es de diversas colores, y
dándole el sol, paresce tornasol; es tan delicada que no come sino rocío de
flores, y cuando vuela, hace zumbido como abejón; hay alguna cantidad de ellas.
El quezaltotol es ave toda verde; críase en tierras extrañas; la cola es lo
principal Della, porque tiene plumas muy ricas, de las cuales los indios
señores usaban como de joyas muy ricas para hacer sus armas y devisas y salir a
sus bailes y recibimientos de Príncipes; tiene esta ave tal propiedad que, de
cierto a cierto tiempo, cuando está cargada de plumas, se viene a do hay gente
para que le quite la superflua. El pico es tan fuerte, que pasa una encina con
el pico; tiene cresta como gallo, y silba como sierpe.
Hay otro pájaro que, naturalmente,
cuando canta hable en indio una razón y no más, que dice tachitouan, que en nuestra
lengua suena: «padre, vámonos»; tiene la pluma parda; anda siempre solo, y dice
esta razón dolorosamente. Otro que se llama cenzontlatlol, que en nuestra
lengua quiere decir «cuatrocientas palabras» llámanle así los indios porque
remeda en el canto a todo género de aves y animales cuando los oye, y aun imita
al hombre cuando lo oye reír, llorar o dar voces; nunca pronuncia más de una
voz, de manera que nunca dice razón entera. El cuzcacahtl es pájaro blanco y
prieto y no de otro color; tiene la cabeza colorada; náscele en la frente
cierta carne que le afea mucho; aprovecha para conservar la pluma y que no se
corrompa; muestra en sí cierta presunción y lozanía, como el pavón cuando hace
la rueda; es de mucha estima entre los indios.
De los papagayos hay cinco maneras:
unos colorados y amarillos, y destos hay pocos; otros amarillos del todo; otros
verdes o colorados, sin tener pluma de otro color, otros verdes y morados;
otros muy chiquitos, poco menores que codornices; éstos son tantos que es
menester guardar las simenteras dellos. El chachalaca, que, por ser tan
vocinglero, los indios le llaman así; tiene tal propriedad que, pasando alguna
persona por do está, da muy grandes gritos. Hay un pájaro del tamaño de un
gorrión, pardo y azul, que dice en su canto tres veces arreo, más claro que un
papagayo bien enseñado, «Jesucristo nasció»; jamás se posa cuando anda en
poblado sino sobre los tempos, y si hay cruz, encima Della; cosa es cierto
memorable y que paresce fabulosa, si muchos no lo hobiesen oído, de los cuales,
sin discrepancia, tuve esta relación. Hay otra ave cuyo nombre no sé, que las
más veces, aunque es rara, se cría en los huertos, o donde hay arboledas, de
tan maraviflosa propiedad, que los seis meses del año está muerta en el nido, y
los otros seis revive y cría; es muy pequeña, y en cantar, muy suave. Han
tenido desto que digo algunos religiosos cierta experiencia, que la han visto
en sus huertos.
Hay otra ave que, por ser de mucha
estima, la presentaron al Virrey D. Luis de Velasco, no menos extraña que las
dichas, mayor que un ánsar; cómese medio carnero; tiene las plumas de muchas y
diversas colores, y las de la garganta, porque van las unas contra las otras,
hacen excelente labor; ladra como perro, y las plumas son provechosas para el
afeite de las mujeres; llámanla los indios ave blanca, y cuentan della otras
propiedades no menos maravillosas que las que hemos dicho de otras. Hay otra
ave que tiene la cabeza tan grande como una ternera, muy fiera y espantosa, y
el cuerpo conforme a ella; las uñas muy grandes y fuertes; despedaza cualquier
animal por fuerte que sea; nunca se vee harta, y suele, de vuelo, llevar un
hombre en las uñas.
Aves de agua hay muchas, como patos y
otros que llaman patos reales; garzas, muchas y muy hermosas. En la tierra hay
ánsares muy grandes, y grúas. De volatería, muy buenos halcanos, que por tales
los llevan a España; hay azores no menos buenos.”
Francisco
Cervantes de Salazar. La Crónica de la Nueva España