“Se dice que los animales sienten como nosotros, se empieza a decir que
hablan. Todavía no se ha dicho que se suiciden. Rectifico. Se lo he oído decir
a Valle-Inclán, el cual no podía satisfacer la pasión que sentía como
D´annunzio, por los galgos, no tuvo más que uno, un galgo cordobés que le
regale yo y se quemó el rabo en la estufa junto a la que Valle-Inclán pasaba el
invierno. Como galgo sin rabo no se concibe, desapareció. Valle-Inclán me dijo
muy serio que, desesperado por sentirse rabón, había subido al tejado de la
casa y se había tirado de cabeza. La humanidad que siendo rabona ¿hará lo mismo
que el perro de Valle-Inclán?”
Corpus Barga