“Ayer al acostarme a medianoche,
salí del primer momento de sueño con la impresión de que la hélice estaba
callada y que el Polynésien se había detenido. A continuación hubo un tumulto
de gritos, de aullidos; una voz de mujer pedía socorro, una carrera desenfrenada
a través de la confusión y por los corredores. Admiro mi sangre fría: estaba
convencido de que se había producido un gran accidente; pero para apretar el
botón de encendido hay que levantarse. No lo hice. Informes suministrados esta
mañana aseguran que un joven canaco del Polynésien había entrado trepando en el
camarote de dos muchachas, que viajaban en segunda, para hacerles cosquillas.
Le han perseguido por todo el barco y finalmente le han encontrado acurrucado
entre los sumideros de la cocina. Le han cargado de cadenas con todas las
formas prescritas; pero creo que harán la vista gorda acerca de su desatino.”
Marcel
Schwob. Viaje a Samoa. Ediciones Folio.