“No existe una persona con quien yo pueda
mantener relaciones, no tengo siguiera un perro a quien tutear. Por suerte, aun
así, mi conciencia está tranquila. De lo contrario, ya habría ido a buscar el
descanso que Hamlet temía a causa de los sueños que en él adivinaba. En lo que
a mí concierne, no son los sueños los que me retienen, a pesar de la opinión de
Hamlet, y considero que es un consuelo, con respecto a la angustiante condición
humana, que una medida de pólvora cueste sólo unos centavos. Es espantoso vivir
cuando no se quiere vivir, pero mucho más terrible sería ser inmortal cuando se
quiere morir. De modo que toda esta agobiante carga está colgada de mí con un
hilo que podría cortar con un cortaplumas de un centavo.”
Georg C.
Lichtenberg.