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miércoles, 30 de octubre de 2013

Y EL ÓBOLO BAJO LA LENGUA


 



ANDRÉ BRETÓN EN TRANCE



un chorro de vitriolo entre los ojos

y a esta hora

uno de abril quizás siete de octubre

dadas las coordenadas geográficas

andré bretón arrodillado o en cuclillas

o más bien sentado como moro

oirá que dan los cuartos

y las medias

y las horas culata-de-faisán

en su oscuro recinto de parís

un chorro de vitriolo entre los ojos

y el maestro vería

tal pájaro adivino dormido en la ventana

las mejillas hundidas de gurdjieff

el teatro vacío donde seguramente dan fausto o berenice

y la loca alegría del grisú

como un murciélago por los altos plafones

entre los senos bien cumplidos de las matronas griegas y romanas

los sombreros de copa

y toda la adorable antigüedad


Antonio Martínez Sarrión.


lunes, 28 de octubre de 2013

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE



EL ARRESTO


            “Probablemente mi arresto fue del tipo más suave que imaginarse pueda. No me arrancaron de los brazos de los familiares, ni de nuestra vida doméstica, tan entrañable para nosotros. Un lánguido día de febrero europeo me arrancaron de un estrecho cabo que se adentra en el mar Báltico, donde habíamos rodeado a los alemanes o los alemanes a nosotros –no lo sé bien--, lo cual me privó del familiar grupo de artillería y del espectáculo de los últimos tres meses de la guerra.
         El jefe de la brigada me llamó al Puesto de Mando, y, sin saber para qué, me pidió mi pistola; se la entregué, sin sospechar nada malo, y, de pronto, del grupo de oficiales que en una tensa inmovilidad, se hallaban en un rincón, se adelantaron dos oficiales del contraespionaje, en pocos saltos cruzaron la habitación, me arrancaron la estrella de la gorra, los galones, la correa, la bolsa de campaña… y gritaron con dramática voz:
         --¡¡Queda usted detenido!!
         Abrasado y traspasado de los pies a la cabeza, no se me ocurrió frase más genial que:
         --¿Y?¡¿Por qué…?¡
         Es una pregunta sin respuesta, pero yo, asombrosamente la recibí. Debo mencionarlo, pues supuso algo extraño en nuestras costumbres. Cuando los del SMERSH (1) acabaron de cachearme, junto con la bolsa, me quitaron mis reflexiones políticas escritas. Atormentados por el temblor que en los cristales producían las explosiones alemanas, apresuradamente me empujaron hacia la salida. De pronto sonó una voz firme que se dirigía a mí ¡sí! A través de aquel tajo sordo que me separaba de los que quedaban, el tajo que produjo, al caer pesadamente, la palabra “arrestado”, sobre este límite pestífero, que ya no rebasaría ni el sonido, pasaron las palabras inconcebibles, mágicas del jefe de la Brigada.
         --Soljenitsin, vuélvase.
         Con un movimiento brusco me deshice de los del SMERSH y di un paso atrás, hacia el jefe de la Brigada. Yo apenas lo conocía. Él jamás había condescendido a hablar conmigo. Para mí, la expresión de su cara siempre era una orden, una disposición, un reproche. Pero ahora en su rostro brillaba la reflexión, no sé si era la vergüenza por su forzada participación en un asunto sucio, o el afán de sacudirse la deplorable subordinación de toda su vida. Hacía diez días, en una bolsa, había caído uno de sus grupos de Artillería: doce piezas pesadas; logre rescatar mi batería de exploración casi completa. Ahora, ¡tenía que renunciar aquel hombre a mí por un trozo de papel sellado?
         --¿Usted… --preguntó con firmeza—tiene un amigo en el Primer Frente Ucraniano?
         --Eso no está permitido… ¡No tiene derecho! –gritaron al coronel el capitán y el comandante del contraespionaje.
         En la esquina se acurrucó asustado el cortejo de oficiales de la jefatura, como si temieran hacerse cómplices del inusitado desvarío del jefe de la Brigada (los de la Sección política ya se preparaban para proporcionar material contra él). A mí me bastaba: en seguida comprendí que había sido arrestado por cartearme con un amigo de la escuela y comprendí de qué lado debía esperar el peligro.
         Zajar Georgievich Travkin podía no decir más. ¡Pero no! Siguió dignificándose e irguiéndose ante sí mismo, se levantó de la mesa (antes jamás se había levantado para acudir a mi encuentro) y a través del límite pestífero me tendió la mano (cuando yo era libre nunca me la había pedido) y al estrechármela en medio del mudo horror del séquito, con un poco de calor en su cara siempre severa, dijo sin miedo y con claridad:
         --¡Que tenga suerte, capitán!
         Yo no sólo había dejado de ser capitán, sino que ya había pasado a ser enemigo desenmascarado del pueblo (porque aquí todo el que es detenido queda desenmascarado totalmente desde el momento del arresto). ¿Deseaba suerte a un enemigo…?
         Temblaban los cristales. Las explosiones alemanas azotaban la tierra a unos doscientos metros de allí, recordando que eso no había podido ocurrir dentro de nuestro territorio, bajo la campana de una existencia establecida, sino aquí, sitiendo el hálito de la muerte próxima que es con todos igual.”

1. Abreviatura de SMERt’ SHpiónam: Muerte a los espías.


Alesandr Soljenitsin. Archipiélago Gulag. Plaza & Janés.

sábado, 26 de octubre de 2013

OBITER DICTUM





         Me paseaba por los bazares árabes, soñando —casi siempre con comida— en medio del tumulto alegre, colorido y, sin embargo, tranquilo de los camellos cargados de harina de mijo, de los burros paticortos, montados por ancianos bíblicos de largas piernas, y de los harapientos niños árabes, con una vestimenta que parecían camisones hechos trizas. Pasaba ociosamente junto a los puestos al aire libre con sus olores llamativos: las cien especias de los vendedores de especias, el olor fresco a cuero de los talabarteros y zapateros, el olor a carne quemada y carbón de los puestos de kebab, el olor de miel y grasa de oveja de las pastelerías; todo esto, suspendido en el aroma general del polvo y el sol, de la orina de los camellos y de los granos de café tostado. Esta sinfonía de olores hacía que uno sintiera menos hambre, siempre que no se acercara demasiado a los puestos de kebab.


Arthur Koestler.

martes, 22 de octubre de 2013

OBITER DICTUM







“No existe una persona con quien yo pueda mantener relaciones, no tengo siguiera un perro a quien tutear. Por suerte, aun así, mi conciencia está tranquila. De lo contrario, ya habría ido a buscar el descanso que Hamlet temía a causa de los sueños que en él adivinaba. En lo que a mí concierne, no son los sueños los que me retienen, a pesar de la opinión de Hamlet, y considero que es un consuelo, con respecto a la angustiante condición humana, que una medida de pólvora cueste sólo unos centavos. Es espantoso vivir cuando no se quiere vivir, pero mucho más terrible sería ser inmortal cuando se quiere morir. De modo que toda esta agobiante carga está colgada de mí con un hilo que podría cortar con un cortaplumas de un centavo.”

Georg C. Lichtenberg.

sábado, 19 de octubre de 2013

ALLÁ EN LAS INDIAS





LA DESTRUCCIÓN DE LOS TUKUCHÉES


       102. Al apuntar en el horizonte el día 11 Ah (18 de mayo de 1494) irrumpieron los tukuchées desde el otro lado de la ciudad. Al instante se oyó el sonido de las flautas y el toque de los tambores del rey Cay Hunahpú, quien estaba revestido de sus armas de guerra, cubierto de plumas resplandecientes y guirnaldas tornasoladas, con coronas de metal y pedrería. Cuando irrumpieron desde el otro lado del río infundieron terror. No era posible contar a los tukuchées; no eran ocho mil, no eran dieciséis mil.
       Luego comenzó el ataque a la ciudad en el extremo del puente, lugar que había escogido Chucuybatzín para la guerra y para llevar a los tukuchées a la revuelta. Cuatro mujeres se habían armado de cotas de algodón y de arcos, disfrazándose para la guerra como cuatro jóvenes guerreros. Las flechas lanzadas por estas combatientes penetraron en la estera de Chucuybatzín. Fue espantosa la gran revolución que hicieron los Señores antiguamente.
       Después de la lucha llevaron a enseñar los cuerpos de las mujeres al cuartel de los zotziles y los xahiles, de donde procedían. De ahí salió una división que apareció en el camino real junto al foso profundo, y ella sola dispersó a los guerreros de Tibaqoy y Raxacán a lo largo del camino. Sólo dos (hombres) cayeron cuando los pusieron en fuga. Y el que había ido al otro lado de la ciudad a lanzar la revolución y la matanza y había sido hecho pedazos era el Ahpop Achí Zinahitoh, Señor de Xechipekén.
        103. En seguida hicieron pedazos a los tukuchées. Pronto fueron derrotados; ya no peleaban y se echaron a huir. Los soldados fueron aniquilados, y dieron muerte a las mujeres y a los niños. Murió el rey Cay Hunahpú, murieron los jefes Tzirín Iyú y Toxqom Noh y todos los padres e hijos de los Señores. Los de Tibaqoy y de Raxacán se fueron en seguida al Quiché; otra parte se fue al territorio zutujil, se confundieron entre sus vasallos y se dispersaron.
       Así fue antiguamente la destrucción de los tukuchées ¡oh hijos míos! La llevaron a cabo nuestros abuelos Oxlahuh Tzíi y Cablahuh Tihax. El día 11 Ah fue la dispersión de los tukuchées.


Francisco Hernández Arana Xajilá. Memorial de Tecpán Atitlán.

miércoles, 16 de octubre de 2013

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE




BLASCO, VALLE Y RUANO


Cuando la muerte de Blasco Ibáñez tuve una pequeña historia violenta con don Ramón. Había recogido yo unas opiniones para el Heraldo, y la de Valle-Inclán, muy lacónico, fue algo así como que Blasco Ibáñez era un burro. Sacaron defensores de Blasco a relucir unas dedicatorias autógrafas de Valle al novelista valenciano llamándole maestro y no sé cuántas cosas, y entonces Valle-Inclán dijo tan tranquilo que él no había escrito aquello. La casualidad me tentó para hacerle una espectacular trastada. Tenía yo, compradas en una librería de viejo, las Sonatas dedicadas al conde de San Jorge por la misma época que las dedicatorias a Blasco. Escribí un artículo que mandé a Pueblo, de Valencia, acompañando las dedicatorias al conde de San Jorge. Se solicitó una prueba pericial que cotejara ambas dedicatorias; fue ésta, naturalmente, afirmativa de que tanto unas como otras eran auténticas de Valle-Inclán, y se armó el gran lío, un lío en el que me vi metido sin ninguna simpatía por Blasco y mucha hacia don Ramón, pero jugando la carta a la que empecé a jugar. La campaña contra Valle-Inclán arreció. Los libreros de Valencia devolvían todos los títulos de Valle-Inclán y como era yo quien públicamente había promovido todo aquello, no me atreví a volver a la tertulia de Valle. Pero una noche, con la calle de Alcalá casi vacía, coincidimos los dos para entrar en la Granja del Henar. Le saludé cediéndole el paso. Él me contestó ceremonioso invitándome a que entrase yo antes. Volví a insistir y entonces me dijo don Ramón:

 —Ande, angelito… Pase usted primero, no me vaya a sacudir encima un leñazo…

César González-Ruano.
Mi medio siglo se confiesa a medias.
Editorial Noguer.

lunes, 14 de octubre de 2013

OBITER DICTUM







“Desde la mañana, por los pasillos se habla mucho del gran discurso de oposición que, al parecer, ha preparado para hoy Largo Caballero. Pero al iniciarse la sesión se pone en claro que Caballero hoy no va a hacer uso de la palabra. Tiene otras preocupaciones. Hoy debía reunirse el Comité Nacional de la Unión General de Trabajadores. Los miembros del comité pensaban condenar la actuación de Caballero —que ha carcomido la organización— y destituirle del puesto de secretario general. Al terco y enfurecido viejo no se le ha ocurrido nada mejor que encerrarse en el local del secretariado y no dejar entrar a nadie. El Comité Nacional se ha reunido en otro lugar y al atardecer ha destituido a Largo Caballero del puesto de secretario general.”


Mijail Koltsov

domingo, 13 de octubre de 2013

Y EL ÓBOLO BAJO LA LENGUA





             RIMA VI

Como la brisa que la sangre orea
sobre el oscuro campo de batalla,
cargada de perfumes y armonías
en el silencio de la noche vaga,

Símbolo del dolor y la ternura,
del bardo inglés en el horrible drama,
la dulce Ofelia, la razón perdida,
cogiendo flores y cantando pasa.


                           GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER

viernes, 11 de octubre de 2013

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE







MADRID


“Y me persuadí de esta verdad: que se puede estar diez años, treinta, cuarenta, en una ciudad extranjera; pero si no se hace un esfuerzo desde el principio, si no se estudia de continuo durante largo tiempo, si no se está siempre, como decía Giusti, con tanto ojo abierto, o se hablará siempre mal. Conocí en Madrid italianos viejos que estaban en España desde su mocedad, y que hablaban el español como perros. Ya de por sí no es una lengua fácil, ni aun para nosotros los italianos: o por mejor decir, ofrece la dificultad de las lenguas fáciles; que no es lícito hablarlas pobremente, puesto que no es indispensable hablarlas para hacerse entender. El italiano que quiera hablar español en una conversación de gente escogida, donde todos le entenderían si hablase francés, debe justificar su atrevimiento manejando la lengua con soltura y con donaire. Precisamente porque la española es mucho más afín a la nuestra que la francesa, es demasiado más difícil hablar presto, y por decirlo así de oído, sin incurrir en despropósitos. Se cae en el italiano sin advertirlo; se altera la sintaxis a cada instante; se tiene siempre en el oído y en los labios el idioma nativo, que nos embaraza, nos confunde, nos hace traición. Ni es menos dura que la francesa la pronunciación española: la jota árabe, fácil de pronunciar cuando va sola es dificilísima cuando caen dos en una palabra o varias en una proposición; el sonido de la zeta, que se pronuncia como pronuncian los tartajosos la ese, no se adquiere sino después de largo y paciente ejercicio; porque es tal, que al principio se hace desagradabilísimo, y muchos, aún sabiendo, no quieren dejarlo oír. Pero si hay una ciudad en Europa donde se pueda aprender bien la lengua del país, esta ciudad es Madrid; y lo mismo pudiera decirse de Toledo, Valladolid y Burgos. El pueblo habla como los literatos escriben; las diferencias de pronunciación entre la gente culta y la plebe de los arrabales son ligerísimas. Y aun aparte de aquellas cuatro ciudades, la lengua española es sin comparación más hablada, más común, y por lo mismo más determinada, y por consecuencia más eficaz en los periódicos, en el teatro y en la literatura popular que la lengua italiana. Hay en España dialecto valenciano, catalán, gallego, murciano, y la antiquísima lengua de las provincias Vascongadas; pero se habla español en las dos Castillas, en Aragón, Extremadura y Andalucía: esto es, en cinco grandes provincias. El equívoco que gusta en Zaragoza gusta también en Sevilla; la frase villanesca que da golpe en la platea de un teatro de Salamanca, obtiene el mismo efecto en un teatro de Granada. Dicen que la lengua española de nuestros días no es ya la de Cervantes, Quevedo y Lope de Vega; que el idioma francés la ha bastardeado; que Carlos V, si resucitase no diría que es la lengua propia para entenderse con Dios; que Sancho Panza, en fin, no sería ni comprendido ni gustado. Por poco que haya uno metido las narices en los tugurios y teatruchos de los barrios bajos, se acomoda de mal grado a esta sentencia.”

Edmundo de Amicis. España. Librería de Vicente López

miércoles, 9 de octubre de 2013

Y EL ÓBOLO BAJO LA LENGUA

 

El AMENAZADO


Es el amor. Tendré que ocultarme o que huir.
Crecen los muros de su cárcel, como en un sueño atroz.
La hermosa máscara ha cambiado, pero como siempre
es la única. ¿De qué me servirán mis talismanes: el
ejercicio de las letras, la vaga erudición, el aprendizaje
de las palabras que usó el áspero Norte para cantar sus
mares y sus espadas, la serena amistad, las galerías de
la Biblioteca, las cosas comunes, los hábitos, el joven
amor de mi madre, la sombra militar de mis muertos,
la noche intemporal, el sabor del sueño?
Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo.
Ya el cántaro se quiebra sobre la fuente, ya el hombre se
levanta a la voz del ave, ya se han oscurecido los que
miran por las ventanas, pero la sombra no ha traído la paz.
Es, ya lo sé, el amor: la ansiedad y el alivio de oír tu voz,
la espera y la memoria, el horror de vivir en lo sucesivo.
Es el amor con sus mitologías, con sus pequeñas magias inútiles.
Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar.
Ya los ejércitos me cercan, las hordas.
(Esta habitación irreal, ella no la ha visto).
El nombre de una mujer me delata.
Me duele una mujer en todo el cuerpo.

Jorge Luis Borges.

martes, 8 de octubre de 2013

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE






EL ENTUSIASMO REVOLUCIONARIO Y LOS RUBLOS


«Supongamos que se fija a un tornero la producción normal en el curso de la jornada en diez piezas. Cada una de esas piezas se pagan a rublo. El obrero gana 10 rublos diarios. Como el precio de la pieza está conscientemente calculado bajo para incitar al obrero a producir más piezas si quiere obtener el mínimo que necesita para vivir, éste se afana y se agota en el esfuerzo por aumentar la producción.
Y en vez de producir diez produce quince. Y aquí entra en juego la extorsión y el atraco de los jefes de industria. Cuando sudando sangre y extenuado por el esfuerzo el trabajador consigue estabilizar su producción en 15 piezas, la dirección de normas de la fábrica estima que la «norma» de producción en una jornada deben ser 15 y no 10. Y al modificar la norma se reajusta el pago de las mismas, nunca en la misma proporción al viejo valor establecido, sino a menor precio. El trabajador deberá producir ahora veinte piezas para estabilizar su salario en lo que percibía por la producción anterior de 15. ¡Ese era el secreto de aquel ritmo enloquecedor que yo observaba en las fábricas soviéticas y que lo atribuía al entusiasmo, cuando no era otra cosa que la consecuencia de la explotación más despiadada y científica de la clase obrera y la manera de succionar la plusvalía del trabajo por el Estado y la casta burocrática! En definitiva, el sistema era una acabada manera de apropiación capitalista en las condiciones del capitalismo de Estado.»

Jesús Hernández.
En el país de la gran mentira.
Gregorio del Toro.

domingo, 6 de octubre de 2013

OBITER DICTUM







“Aparte de la significación gramatical del lenguaje, hay otra, una significación mágica, que es la única que nos interesa… El poeta crea fuera del mundo que existe el que debiera existir… El valor del lenguaje de la poesía está en razón directa de su alejamiento del lenguaje que se habla… El lenguaje se convierte en un ceremonial de conjuro y se presenta en la luminosidad de su desnudez inicial, ajena a todo vestuario inicial convencional fijado de antemano… La poesía no es otra cosa que el último horizonte, que es a su vez la arista en donde los extremos se tocan, en donde no hay contradicción ni duda. Al llegar a ese lindero final, el encadenamiento habitual de los fenómenos rompe su lógica, y al otro lado, en donde empiezan las tierras del poeta, la cadena se rehace en una lógica nueva. El poeta os tiende la mano para conduciros más allá del último horizonte, más arriba de la punta de la pirámide, en ese campo que se extiende más allá de lo verdadero y lo falso, más allá de la vida y de la muerte, más allá del espacio y del tiempo, más allá de la razón y la fantasía, más allá del espíritu y la materia… Hay en su garganta un incendio inextinguible.”

Vicente Huidobro.



viernes, 4 de octubre de 2013

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE



MÁS CORTÉS QUE CORTÉS


“Siempre supimos que iba a hacer cine. Néstor escogió el arte más difícil, la fotografía. Joyce declaró una vez que él era original por decisión propia, aunque estaba menos dotado que nadie para tal tarea. Néstor se hizo fotógrafo por voluntad, por una veta férrea en su carácter que asombraba a quienes no lo conocían. Empezó con una cámara ordinaria y llegó a ser un fotógrafo de primera. Pero cuando me hizo mis primeras fotografías, que estuvo dos horas fotografiando, al final de la sesión descubrió ¡que había dejado la tapa sobre la lente! Era, desde muchacho, sumamente distraído, y ya como fotógrafo profesional tenía asistentes para asegurarse de que no olvidaba nada. Solía tropezar con todos los objetos que estaban en su camino y aún con algunos que no lo estaban.
Néstor, al descubrir La Habana se descubrió a sí mismo, y al declararse homosexual cambió su vida. Pero siempre fue la discreción misma: en el vestir, al hablar, y uno piensa que así debió de ser Kavafis. La Habana fue entonces su Alejandría. Pero, entre amigos, solía bromear de una manera que era asombrosamente cubana y a la vez muy suya. Néstor, tan serio, solía ser en la intimidad devastadoramente cómico con sus apodos para amigos y enemigos: a un conocido comisario cubano lo bautizó para siempre La Dalia.
Néstor se fue de Cuba cuando la dictadura de Batista y regresó al triunfo de Fidel Castro. Casualmente había conocido a Castro al fotografiarlo en la cárcel de su exilio mexicano. Pronto se desilusionó al descubrir que el fidelismo era el fascismo del pobre. Tenía, me dijo, su experiencia en la España de Franco. “Esto es lo mismo. Fidel es igual que Franco, sólo que más alto –y más joven--.” Ambos habíamos fundado, junto con Germán Puig, la Cinemateca de Cuba, que naufragó en la política. Ambos fuimos fundadores del Instituto del Cine (ICAIC) de PM, un modesto ejercicio en free cinema que habían hecho mi hermano Saba y Orlando Jiménez, Néstor, que había devenido crítico de cine de la revista Bohemia, escribió un comentario elogioso. Fue echado de la revista en seguida. Esta expulsión fue su salvación. Poco después salió de Cuba por última vez.
Néstor se hizo un fotógrafo famoso en Europa. Ésta es una reducción de la realidad. Néstor pasó trabajo, necesidades y hasta hambre, como lo atestiguó su amigo Juan Goytisolo, en París. No fue el fotógrafo favorito de Truffaut y de Rohmer de la noche tropical a la mañana francesa. Lo vi a menudo entonces y supe que llegó a dormir en el suelo de un cochambroso cuarto de hotel que alquilaba un amigo. Néstor siempre fue indiferente a la comida, pero lo que tenía que comer en la Ciudad Universitaria no era nouvelle cuisine precisamente. Para proseguir su vocación, llegó a rechazar una oferta de un lujoso colegio de señoritas americano (donde ya había enseñado en su segundo exilio), y persistió en su empeño en Francia, donde se sostenía haciendo documentales para la televisión escolar. Pasaron años antes de que lo invitaran a fotografiar un corto en una película de historietas. Fue así, con trabajo, a través de su trabajo, que se hizo el fotógrafo que fue.
Tengo que hablar, aunque sea brevemente, de su oficio, que era una profesión, que era un arte, que era una sabiduría. Néstor no era el escogido de Truffaut, de Rohmer, de Barbet Schoëder, de Jack Nicholson, de Terry Malick y, finalmente, de Robert Benton por su cara linda, que nunca tuvo, a pesar de su coquetería de lentillas y sombrero alón. (“Tengo”, solía decir, “cara de besugo”) Todos esos directores, y otros que olvido, usaban a Néstor una y otra vez porque Néstor no sólo fotografiaba sus películas, sino que resolvía problemas de decorado, de maquillaje, de vestuario, con su considerable cultura, sino que reescribía los guiones, como hizo con la fracasada penúltima película de Benton. Trabajaba con el director antes y después de la filmación, enderezando entuertos, que eran muchas veces del director, y hasta resolvía problemas de actuación durante el rodaje. Y aún antes, mucho antes. Hace poco, un guionista americano laureado le pidió que leyera su guión sobre la vida y hazañas de Cortés. Néstor hizo sus comentarios siempre sabios. Incluso evitó al escritor una metida de pata hercúlea cuando descubrió Néstor que Cortés estudiaba en el cine su plan de campaña ¡sobre un mapamundi! Néstor, más cortés que Cortés, le indicó al guionista que era un anacronismo, como cuando Shakespeare en Julio César hace sonar 21 cañonazos a la entrada de César en Roma. La comparación con Shakespeare no sólo era caritativa, sino halagadora. Así era Néstor Almendros.”


Guillermo Cabrera Infante. Cine o sardina. Círculo de Lectores.

miércoles, 2 de octubre de 2013

OBITER DICTUM







“Alrededor de cien segundos después del big bang, la temperatura habría descendido a mil millones de grados, que es la temperatura en el interior de las estrellas más calientes. A esta temperatura protones y neutrones no tendrían ya energía suficiente para vencer la atracción de la interacción nuclear fuerte, y habrían comenzado a combinarse juntos para producir los núcleos de átomos de deuterio (hidrógeno pesado), que contienen un protón y un neutrón. Los núcleos de deuterio se habrían combinado entonces con más protones y neutrones para formar núcleos de helio, que contienen dos protones y dos neutrones, y también pequeñas cantidades de un par de elementos más pesados, litio y berilio.”

Stephen W. Hawking.

martes, 1 de octubre de 2013

Y EL ÓBOLO BAJO LA LENGUA








CANCIONCILLA


OTROS querrán mausoleos
donde cuelguen los trofeos,
donde nadie ha de llorar,

y yo no los quiero, no
(que lo digo en un cantar)
porque yo
          
           morir quisiera en el viento,
           como la gente del mar
           en el mar.

           Me podrían enterrar
           en la ancha fosa del viento.

           Oh, qué dulce descansar,
           ir sepultado en el viento,
como un capitán del viento:
como un capitán del mar,
muerto en medio de la mar.

Dámaso Alonso.