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viernes, 13 de enero de 2012

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE





EXORDIO


1. La mayor parte de los mortales, Paulino, se queja a una voz de la malicia de la naturaleza porque se nos ha engendrado para un período  escaso, porque el espacio de tiempo que se nos da transcurre tan veloz, tan rápidamente que, con excepción de unos pocos, casi todos los demás quedan inhabilitados ya en la propia preparación de la vida. Y ante este mal, que según creen es general, no solloza solamente la masa y el vulgo necio, también este mismo sentimiento ha sacado quejas de personajes esclarecidos.

2. Viene de ahí aquella proclama del más grande de los médicos de que la vida es breve, la ciencia larga. Viene de ahí aquel pleito tan poco propio de un hombre sabio que Aristóteles planteó a la naturaleza, pues sería que ella le ha regalado a los animales una edad tan larga que alcanzan cinco o diez generaciones, mientras que en el hombre, engendrado para tantas y tan grandes empresas, el límite se fijado mucho más acá.

3. No tenemos un tiempo escaso, sino que perdemos mucho. La vida es lo bastante larga y para realizar las cosas más importantes se nos ha otorgado con generosidad, se se emplea bien toda ella. Pero si se desparrama en la ostentación y la dejadez, donde no se gasta en nada bueno, cuando al fin nos acosa el inevitable trance final, nos damos cuenta de que ha pasado una vida que no supimos que estaba pasando.

4. Es así: no recibimos una vida corta sino que la hacemos corta; no somos menesterosos de ella sino derrochadores. Tal como unas riquezas cuantiosas y principescas, cuando caen en manos de un mal amo, en un instante se disipan, y al revés, cuando pese a ser escasas, se entregan a un buen custodio, crecen al emplearlas, igualmente la existencia se le expande mucho a quien la organiza.


Lucio Anneo Séneca. 
De la brevedad de la vida.