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lunes, 2 de enero de 2012

ALLÁ EN LAS INDIAS


SIN CABEZA POR DIEZ ESCUDOS


A otro día tuve noticia que andaba un caballero haciendo mil bellaquerías en campaña y en conventos de monjas, hincando la que más bien le parecía. Yo, como me había resuelto ya de ir a campaña contra el presider, ¡pardiez!, que…me encaminé la vuelta de un lugarejo donde él dormía y le parecía que estaba como el Rey en Madrid, y le di una alborada hallándole en la cama, aunque se arrojó por una ventana a un huerto; pero hubo otros tan buenos saltadores que le pescaron. Atáronle y traje a la ciudad del Águila, que se quedaron espantados de que hubiese quien se atreviera a prenderle. Metilo en el castillo e la causa, y hecha, le di dos días de término en los cuales se trató de hacer un tablado en medio la plaza y hacer los cuchillos para el sacrificio. La gente se burlaba de ver el tablado y de oír que era para cortarle la cabeza, pero más se admiraron cuando le vieron al quinto día, a las tres de la tarde, sin cabeza, que se la cortó un mal verdugo al cual le di un vestido mío y diez escudos. El pobre no era práctico, pero fue como los médicos que se enseñan en los hospitales a costa de inocentes, aunque este caballero no era sino grandísimo bellaco. Llamábase Jacomo Ribera, que cualquier brucés le conocerá aunque sea por el nombre, natural de la ciudad del Águila.

Alonso de Contreras.
Vida de este capitán.

Reino de Redonda.