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miércoles, 16 de mayo de 2012

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE



VENDEDORES DE PERIÓDICOS


“No hace mucho que, en vista de las numerosas ocultaciones que disminuían las rentas públicas, el gobierno nombró investigadores especiales que denunciaran las industrias no afectas al pago de tributos.
No sabemos, ni pretendemos averiguar, si los nuevos funcionarios cumplieron como buenos su cometido, ni si la Hacienda, ese monstruo multifauce nunca satisfecho, alcanzó beneficiosos resultados. Lo cierto, lo indudable es que existen en Madrid numerosas industrias, poco estudiadas, tributarias algunas y exentas otras de toda gabela y que merecen un lijero estudio crítico.
Desde luego reclaman nuestra atención los vendedores de periódicos ó ciegos, según se llaman vulgarmente, por  más de que casi todos estos industriales tengan una vista excelente, pertenezcan á cualquiera de los dos sexos y se hallen comprendidos en cualesquiera de las edades de la vida humana. Estos industriales se estacionan en las esquinas, recorren las aceras ó cruzan el empedrado, aturdiendo á los transeúntes con sus gritos. Su efímera mercancía, constantemente renovada, satisface todos los caprichos, todas las tendencias, todas las opiniones. Desde El Tribunal del Pueblo hasta La Regeneración, desde El imparcial hasta La Iberia, desde El Diario del Pueblo hasta El Cencerro, los vendedores de periódicos confunden en sus manos á los republicanos y los carlistas, radicales y conservadores, alfonsino é incoloros. La idea política toma forma en el cerebro del escritor, se hace pública mediante la tipografía, y se reparte por medio del vendedor. Este lleva siempre una esperanza y un consuelo al parroquiano, cualesquiera que puedan ser sus opiniones. Y sin embargo de prestar semejantes beneficios, solo consigue una pequeña ganancia en el ejercicio de su industria. Tal vez se me dirá que menos gana y trabaja más el redactor de un diario; pero no se debe perder de vista que el escritor público cursa en la prensa la carrera de ministro y que el vendedor de periódicos no suele salir de vendedor.”


Manuel Ossorio. De la Puerta del Sol. Imprenta de los Sres. Rojas.