«Federica y Marianet lamentaron que dos compañeros como nosotros discutiésemos empleando términos tan duros. Val, Valle y yo terminamos por retirarnos de la reunión, yéndonos de muy mal humor al comprobar que en los medios oficiales de Valencia ni siquiera nuestros compañeros vivían al ritmo de la guerra. Todos procuraban pasarlo lo mejor posible; iban a las oficinas a las diez de la mañana, y llenaban luego los bares y los restaurantes, donde no faltaba nada. Se nos antojaba que en ciertos aspectos no sólo existía un ambiente de tranquilidad, sino incluso de relajación. La angustia de Madrid no era para ellos más que un tema de propaganda o de charla intrascendente.»
Cipriano Mera.