UN HERMOSO NO PASARÁN
«En seis días que
estuvimos en esta ciudad de Tacuba ninguno hobo en que no tuviésemos muchos
reencuentros y escaramuzas con los enemigos. E los capitanes de la gente de
Tascaltecal y los suyos hacían muchos desafíos con los de Temixtitán, y
peleaban los unos con los otros muy hermosamente, y pasaban entre ellos muchas
razones, amenazándose los unos con los otros, y diciéndose muchas injurias, que
sin duda era cosa para ver, y en todo este tiempo siempre morían muchos de los
enemigos sin peligrar ninguno de los nuestros porque muchas veces les
entrábamos por las calzadas y puentes de la ciudad, aunque como tenían tantas
defensas nos resistían fuertemente. E muchas veces fingían que nos daban lugar
para que entrásemos dentro, diciéndonos: «Entrad, entrad a holgaros», y otras
veces nos decían: «¿Pensáis que hay agora otro Muteczuma, para que haga todo lo
que quisiéredes?» Y estando en estas pláticas, yo me llegué una vez cerca de
una puente que tenían quitada, y estando ellos de la otra parte, hice señal a
los nuestros que estuviesen quedos; y ellos también, como vieron que yo les
quería hablar, hicieron callar a su gente, y díjeles que por qué eran locos y
querían ser destruidos. Y si había allí entre ellos algún señor principal de
los de la ciudad, que se llegase allí, porque le quería hablar. Y ellos me
respondieron que toda aquella multitud de gente de guerra que por allí veía,
que todos eran señores; por tanto, que dijese lo que quería. Y como yo no
respondí cosa alguna, comenzáronme a deshonrar; y no sé quién de los nuestros
díjoles que se morían de hambre y que no les habíamos de dejar salir de allí a
buscar de comer. Y respondieron que ellos no tenían necesidad, y que cuando la
tuviesen, que de nosotros y de los de Tascaltecal comerían.»
Hernán
Cortés.
Cartas
de relación.