LA TERTULIA SE PASA AL CAFÉ
Las costumbres, en sus continuas
reformas, han quitado gran parte de oportunidad a este artículo. Ya no es la
librería el habitual punto de reunión en que nuestros padres comentaban las
interesantes noticias de Rusia publicadas en La Gaceta con tres meses de retraso
a lo sumo, la tribuna en que se debatía la eterna cuestión de los chorizos y
polacos, y el observatorio en que se pasaba revista a las nuevas publicaciones,
sin perjuicio de conspirar cuando llegaba la ocasión contra los Gobiernos, que
este ha sido vicio arraigado lo mismo en las costumbres de nuestros padres que
en las nuestras. Los ateneos, los casinos, y más principalmente los cafés, han
triunfado de las librerías, y los antiguos concurrentes a estas las han
abandonado, permitiendo a los libreros consagrarse más a su comercio y menos a
la murmuración política, literaria y social.
Aún hay, no obstante, quien lucha
por la conservación de la costumbre tradicional de pasar una hora como testigo
de las transacciones bibliográficas, y observar lo que pasa por la calle,
gracias a los modernos escaparates, que causarían profundo horror a nuestros
abuelos si pudieran verlos.
Manuel Ossorio.
La Republica de las Letras.
Establecimiento tipográfico de E. Cuesta.