UNA DE ARZOBISPOS
«El traje de Monseñor Sibour —el asesinado en Saint Etienne du
Mont— es una grande alba blanca, rodeada de encajes, y que guarda aun las
primorosas dobleces de las albas. El puñal había atravesado varias de estas
dobleces, produciendo en vez de uno, muchos agujeros. Del último parte un
reguero de sangre que llega hasta el encaje. Esta sangre conserva su color rojo. El traje de Monseñor
Affre —el que una bala perdida mató, mientras que en las barricadas suplicaba
al pueblo de París que cesase en la lucha— es una túnica pastoral, de fondo
morado con vueltas rojas. Está nueva, y no tiene más que un solo agujero: el de
la homicida bala.
Pero el último, el traje de Monseñor Darboy, el fusilado por los
comunistas en la prisión de la Roquette, mientras París se retorcía en un
océano de llamas, es por sí solo un drama, un drama desgarrador, que eriza los
cabellos y hiela la sangre en las venas. Es una pelliza morada, en todo
semejante a la de Monseñor Affre, pero ha perdido por completo hasta la forma
de tal. No solo está la pobre túnica acribillada con las infinitas balas que
buscaron al través del paño el camino del corazón, sino que guarda las
desgarraduras de los bayonetazos y las mil huellas del inmundo lodo en que la revolcaron.
Las otras dos son la muerte violenta, pero la muerte de un solo golpe, sin agonía,
sin ensañamiento, sin martirio. Pero esta túnica, ¡cuántos misterios horribles está
revelando! El cuello ha sido desgarrado por manos trémulas de ciega rabia, las vueltas
han sido hechas jirones al arrastrar a la víctima; el cuerpo ha sido revolcado
en el lodo y pisoteado: aún guardan las manchas la forma de un pie grosero; los
chorros de denegrida sangre no provienen de la bala rápida en dar la muerte,
sino del sable y de la bayoneta que han ayudado a su obra! »
Emilia
Pardo Bazán.
Apuntes
de un viaje.
Real
Academia Galega.