«En la prensa de Madrid se discutió durante mucho tiempo con
toda seriedad acerca de la clase de queso que le gustaba a Pablo Iglesias. Un
diario le acusó de exigir en todas sus comidas queso de Camembert. Otro
rectificó la noticia, asegurando que el señor Iglesias no probaba otro queso
que el Chester. Los semanarios socialistas salieron al encuentro de la
acusación. Todo era falso. El jefe del socialismo español no comía más que
quesos castellanos de ínfimo precio en cantidades inapreciables. Pero su negativa
no alcanzó éxito. Los artículos de fondo, las caricaturas, las crónicas
políticas comentaron durante mucho tiempo con amargura aquel sibaritismo de
Iglesias. »
Wenceslao
Fernández Flórez.