Por la tarde. Ha venido Henry y, al principio, hemos estado
tensos. Luego ha querido besarme y no se lo he permitido. No, no podía
soportarlo. No, no debía tocarme, me habría herido. Le sorprendió. Me resistí.
Me dijo que me deseaba más que nunca, que June se había convertido en una
extraña, que las dos primeras noches con ella no había sentido ninguna pasión.
Que, desde entonces, era como estar con una puta. Que me amaba y que sólo
conmigo sentía la conexión entre la imagen de su mente y su deseo, que era
imposible amar a dos mujeres, que yo había desplazado a June.
Anaïs Nin.