VIEJO BURÓCRATA
Viejo burócrata, compañero mío aquí presente, nadie te ha
permitido evadirte y tú no eres responsable de ello. Has construido tu paz a
fuerza de bloquear con cemento, como lo hacen las termitas, todas las salidas
hacia la luz. Te has enroscado en tu seguridad burguesa, en tus rutinas, en los
ritos sofocantes de tu vida provinciana. Has alzado tu humilde muro contra los
vientos y las mareas y los astros. No quieres inquietarte por los grandes
problemas. Ya has tenido bastante con olvidar tu condición de hombre. No eres
en modo alguno el habitante de un planeta errante, no te planteas preguntas sin
respuesta: Eres tan sólo un pequeño burgués de Toulouse. Nadie se preocupó de
sacudirte por los hombros cuando aún era tiempo. Ahora, la arcilla de que estás
formado se ha secado, se ha endurecido. Y nada, en adelante, será capaz de
despertar al músico dormido, al poeta o al astrónomo que quizás habitaban en ti
en un principio.
Antoine de Saint-Exupery.
Tierra de hombres.
Ediciones Emecé.