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sábado, 9 de enero de 2021

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE








NOCHE EN ARRAS


No tiene término en la noche la lívida llanura, y, en medio de la bruma, al claro lunar, se revela el espectro de una ciudad bombardeada: La ciudad de Arras. Negras y destripadas humean las casas; la catedral es un montón de piedras; los sillares desbordan por las bocas de cuatro calles y las ciegan: Rosetones y cruces, gárgolas y capiteles mutilados asoman entre los escombros. Las bombas caen abriendo grandes hoyos sobre la plaza de los porches, llena del recuerdo español, y muchas casas, con las puertas abiertas y las ventanas batiendo al viento, muestran la hondura tenebrosa del zaguán, donde se amontonan los ajuares. Se aleja un carromato: Bambolea su carga de huchas, cacerolas y colchones: En lo alto va una cuna. La ciudad parece abandonada: Hay parajes donde las casas se aplastaron y esparramaron por tierra como los castilletes que levantan los niños, y calles enteras donde los esqueletos permanecen en pie, con las fachadas en escombros, mostrando los interiores burgueses, en una angustia de abandono, llena de gritos de mujeres y llanto de niños asustados que se agarran a las faldas. En una costanilla, al abrigo del bombardeo, cargan otro carromato. Hay un grupo de mujeres que se besan. El mayoral pone prisa, y al cabo montan en el carro los que se van: Una viuda con dos hijas, dos muchachas pálidas, el cabello despeinado, los ojos llorosos. Llegaron poco hace huidas de Combles. El padre se fue a la guerra, y las dos muchachas están encinta de un soldado alemán.

Ramón María del Valle-Inclán.
La media noche…
Imprenta Clásica Española.