MEYERHOLD Y EL PARTIDO
«Pese a haber sido acortada en una hora después de su estreno, El
revisor duró desde las ocho menos cuarto hasta las doce. La obra tenía
tres partes, con un total de, si no me equivoco, dieciséis cuadros. Pese a
haber ido preparado por los numerosos comentarios de Reich acerca de los
efectos visuales de la obra, me conmovió su extravagancia. De hecho, lo más
destacable de semejante producción no fue lo suntuoso de su vestuario sino su
impactante escenografía . Salvo unas pocas excepciones, las escenas se
desarrollaban sobre el espacio diminuto de un plano inclinado que, en cada
cambio de acto, modificaba sus decorados y mobiliarios de estilo Imperio. El
resultado de ello era un gran número de encantadores cuadros de género acordes
con la orientación fundamental de la obra, que no era dramática, sino de
análisis sociológico. Aquí se le ha dado gran importancia a esta versión por
ser adaptación de una obra clásica del teatro revolucionario, pero se considera
que los resultados son fallidos. El Partido se manifestó en contra de la
producción, y hasta una opinión moderada del crítico teatral del Pravda fue
rechazada por sus editores. Los aplausos que se escucharon en el teatro fueron
escasos, pero es muy posible que esto tuviera más que ver con la consigna
oficial que con la verdadera impresión causada en el público. La representación
en sí fue un deleite para los ojos. Pero este fenómeno se halla relacionado,
sin ninguna duda, con la cautela general aquí reinante a la hora de manifestar
la opinión en público.»
Walter Benjamin.
Diario de Moscú.
Ediciones Godot.