EL JARDÍN DE SAN CARLOS
"El pintor Kaydeda y yo dimos toda la clara mañana de un domingo a un jardín romántico, al jardín de San Carlos. Don Ramón Otero Pedrayo, recordando a Shelley, convocaba para presidirlo la muerte y la poesía. Cipreses, mirto y rosas, son la corona del héroe que allí yace: rosas, porque ya lo dijo Omar Jayam, nacen más rojas donde están los Césares enterrados. Pero de todo el jardín coruñés de San Carlos, yo amo más que nadie las enrejadas ventanas, ventanas de convento de clarisas abiertas, de pronto, a la enorme y dudosa luz del día. Me gustaría una pintura, en la que lady Stanhope, como un gran manto negro que el viento arremolina –concretamente el viento de la oda al salvaje viento del Oeste, de Shelley--, volase desde el mar hasta las altas ventajas por ver el perfil helénico, fino y traslúcido como un verso de Keats, de Sir John Moore. Hay toda una generación de héroes británicos decimonónicos, cuyo perfil es un verso de Keats: son los héroes que los dioses contemplan, libres, hermosos y serenos, pero patéticos en el “agon” como los caballos que galopan en el friso de los tesoros de Delofs. “Cumplieron la tarea mercenaria, cobraron la soldada, y están muertos”. Esto es lo que un poeta dijo de ellos, añadiendo: “Lo que Dios olvidara, defendieron, y lo salvaron todo por la paga”. Hay batallas que tienen nombre de flor: Elviña es una de ellas, y en estas batallas me imagino al héroe deshojando, pensativo, el destino, en el espectro de la rosa…Una rosa blanca, si queréis, marfil y sueño, como lady Stanhope. Allá en la melodiosa Hama, al borde del desierto siriaco, viendo volar pichones en las terrazas o contemplando como gira, se desliza, regresa a la mano y se va para siempre una flor de jazmín en un laberinto de agua, lady Stanhope añoraba únicamente de su vieja Inglaterra las hojas secas del otoño, arremolinadas en la solana de la “manor” natal. Una solana, quizás, con enrejadas ventanas como las del jardín de San Carlos, ventanas para las despedidas románticas, ventanas del amor deshabitadas. (Lytton Strachey estudió la nariz de los Pitt: lady Stanhope era una Pitt. Todavía su nariz no se ha lanzado al gran vuelo de los últimos Pitt, que adquirieron narices italianas, esas grandes narices de las sepulturas etruscas; todavía la nariz de lady Stanhope es una hermosas, fina nariz, que al respirar la bella aletea, flor de dos pálidos pétalos gemelos)."
Alvaro Cunqueiro.
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La Voz
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