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miércoles, 9 de enero de 2019

OBITER DICTUM






En una calle no lejos de aquí, a las cuatro de la tarde, un hombre entró en un bar empuñando un arma y ordenó a todos los clientes y empleados que se pusieran boca abajo; acto seguido se dedicó a dispararles durante casi una hora. Estaba muy tranquilo: cargaba el arma, observaba quién seguía con vida, y a los que le parecían sospechosos de fingirse muertos, les pegaba unos tiros más. A veces disparaba hacia la calle a través de la puerta acristalada, de manera que también abatió a algunos peatones. La policía cercó el edificio y al cabo de una hora un tirador profesional acabó con el homicida. Mató en total a veintidós personas, entre ellas a los tres empleados del establecimiento. Por la noche, en una entrevista televisada, la viuda del asesino dijo que su marido «oía voces». Es posible. A veces el diablo nos susurra al oído. No tenemos que buscarlo muy lejos: está en nosotros.

Sándor Márai.