HA YA
MUCHOS AÑOS QUE PASÓ
“E comenzamos a
subir la sierra puestos en gran concierto, y nuestros amigos apartando los
árboles muy grandes e muy gruesos, por donde pasamos con gran trabajo, e hasta
hoy en día están algunos dellos fuera del camino. Y subiendo a lo más alto,
comenzó a nevar y se cuajó de nieve la tierra, e caminamos la sierra abajo e
fuimos a dormir a unas caserías que eran como a manera de aposentos o mesones,
donde posaban indios mercaderes, e tuvimos bien de cenar e con gran frío, e
pusimos nuestras velas e rondas y escuchas y aun corredores del campo. E a otro
día comenzamos a caminar, e a hora de misas mayores llegamos a un pueblo que ya
he dicho que se dice Tamanalco, e nos recibieron bien, e de comer no faltó, e
como supieron de otros pueblos de nuestra llegada, luego vinieron los de Chalco
e se juntaron con los de Tamanalco e Chimaloacán e Mecameca e Acacingo, donde
están las canoas, ques puerto dellos, e otros poblezuelos que ya no se me
acuerda el nombre dellos. Y todos juntos trujeron un presente de oro y dos
cargas de mantas e ocho indias, que valdría el oro sobre ciento y cincuenta
pesos, e dijeron: «Malinche: rescibe estos presentes que te damos y tennos de
aquí adelante por tus amigos.» Y Cortés lo recibió con grande amor, y se les
ofresció que en todo lo que hobiesen menester les ayudaría; y desque los vio
juntos dijo al padre de la Merced que les amonestase las cosas tocantes a
nuestra santa fe e dejasen sus ídolos, y se les dijo todo lo que solíamos decir
en todos los más pueblos por donde habíamos venido, e a todo respondieron que
bien dicho estaba, y que lo verían adelante. También se les dio a entender el
gran poder del emperador nuestro señor, e que veníamos a deshacer agravios e
robos, e que para ello nos envió a estas partes. E como aquello oyeron todos
aquellos pueblos que dicho tengo, secretamente, que no lo sintieron los
embajadores mejicanos, dan tantas quejas de Montezuma e de sus recaudadores,
que les robaban cuanto tenían, y sus mujeres e hijas, si eran hermosas, las
forzaban delante dellos y de sus maridos y se las tomaban, e que les hacían
trabajar como si fueran esclavos, que les hacían llevar en canoas e por tierra
madera de pinos, e piedra, e leña, e maíz e otros muchos servicios de sembrar
maizales, y les tomaban sus tierras para servicio de sus ídolos, e otras muchas
quejas que, como ha ya muchos años que pasó, no me acuerdo.
Bernal
Díaz del Castillo.
Historia verdadera de la conquista...
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