HUNAHPÚ E IXBALANQUÉ
“Habiendo sido prevenidos de
todos los sufrimientos que les querían imponer, no murieron de los tormentos de
Xibalbá, ni fueron vencidos por todos los animales feroces que había en
Xibalbá.
Mandaron llamar después a dos
adivinos que eran como profetas; llamábanse Xulú y Pacam y eran sabios, y les
dijeron:
—Se os preguntará por los Señores
de Xibalbá acerca de nuestra muerte, que están concertando y preparando por el
hecho de que no hemos muerto, ni nos han podido vencer, ni hemos perecido en
sus tormentos, ni nos han atacado los animales. Tenemos el presentimiento en
nuestro corazón de que usarán la hoguera para darnos muerte. Todos los de
Xibalbá se han reunido, pero la verdad es que no moriremos. He aquí, pues,
nuestras instrucciones sobre lo que debéis decir:
—Si os vinieren a consultar
acerca de nuestra muerte y que seamos sacrificados, ¿qué diréis entonces
vosotros, Xulú y Pacam? Si os dijeren: “ ¿No será bueno arrojar sus huesos en
el barranco?” “ ¡No conviene —diréis— porque resucitarán después! ” Si os
dijeren: “ ¿No será bueno que los colguemos de los árboles?” , contestaréis:
“De ninguna manera conviene, porque entonces también les volveréis a ver las
caras” . Y cuando por tercera vez os digan: “ ¿Será bueno que arrojemos sus
huesos al río?” , si así os fuere dicho por ellos: “Así conviene que mueran
—diréis—; luego conviene moler sus huesos en la piedra, como se muele la harina
de maíz; que cada uno sea molido [por separado]; en seguida arrojadlos al río,
allí donde brota la fuente, para que se vayan por todos los cerros pequeños y
grandes.” Así les responderéis cuando pongáis en práctica el plan que os hemos
aconsejado, dijeron Hunahpú e Ixbalanqué. Y cuando se despidieron de ellos, ya
tenían conocimiento de su muerte. Hicieron entonces una gran hoguera, una
especie de horno hicieron los de Xibalbá y lo llenaron de ramas gruesas.
Luego llegaron los mensajeros que
habían de acompañarlos, los mensajeros de Hun-Camé y de Vucub-Camé.
— ¡Que vengan! Id a buscar a los
muchachos, id allá para que sepan que los vamos a quemar.” Esto dijeron los
Señores, ¡oh muchachos!, exclamaron los mensajeros.
—Está bien, contestaron. Y
poniéndose rápidamente en camino, llegaron junto a la hoguera. Allí quisieron
obligarlos a divertirse con ellos.
— ¡Tomemos nuestra chicha y
volemos cuatro veces cada uno [encima de la hoguera], muchachos!, les fue dicho
por Hun-Camé.
—No tratéis de engañarnos,
contestaron. ¿Acaso no tenemos conocimiento de nuestra muerte, ¡oh Señores!, y
de que eso es lo que aquí nos espera? Y juntándose frente a frente, extendieron
ambos los brazos, se inclinaron hacia el suelo y se precipitaron en la hoguera,
y así murieron los dos juntos.
Todos los de Xibalbá se llenaron
de alegría y dando muchas voces y silbidos, exclamaban: — ¡Ahora sí los hemos
vencido! ¡Por fin se han entregado!
En seguida llamaron a Xulú y
Pacam, a quienes [los muchachos] habían dejado advertidos, y les preguntaron
qué debían hacer con sus huesos, tal como ellos les habían pronosticado. Los de
Xibalbá molieron entonces sus huesos y fueron a arrojarlos al río. Pero éstos
no fueron muy lejos, pues asentándose al punto en el fondo del agua, se
convirtieron en hermosos muchachos. Y cuando de nuevo se manifestaron, tenían
en verdad sus mismas caras.”
Popol Vuh