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sábado, 30 de junio de 2018

OBITER DICTUM





En Coney Island existen también las clásicas cabezas de turco de las ferias europeas; pero estas cabezas son aquí verdaderas cabezas humanas, si los americanos me permiten llamar humanas a las cabezas de los negros. El público, por una cantidad módica, puede permitirse el placer de tirarle huevos crudos a unos cuantos negros que están al fondo de una barraca con las cabezas encuadradas en unos lienzos. Hay tirador que no falla jamás y que le da siempre al blanco, es decir, al negro. El espectáculo constituye un hermoso ejemplo de esta fraternidad de razas que existe en América y, en general, todo Coney Island le da a uno una gran idea de los sentimientos pacíficos de este pueblo.


Julio Camba