EL PROGRESO DE LA HUMANIDAD
“La campaña alemana de represalias no fue excepto en casos individuales,
una respuesta espontánea a las provocaciones belgas. Había sido preparada de
antemano, con aquella conocida meticulosidad alemana, ya había sido prevista
para intimidar a los belgas y salvar de esta forma tiempo y hombres. La
velocidad era un factor vital. Era necesario entrar en Francia con todos los
batallones que tuvieran a su disposición. La resistencia belga que exigía dejar
tropas en la retaguardia, era un obstáculo para el plan. Las proclamas ya
habían sido impresas con antelación. Tan pronto como los alemanes entraban en
un pueblo, las paredes quedaban blancas a causa del gran número de bandos que
prevenían a la población contra todo acto de hostilidad. El castigo para los ciudadanos que dispararan
contra los soldados era la pena de muerte, así como también para una gran
cantidad de actos menores: «Todo aquel que se acerque a menos de
doscientos metros de un aeroplano o un globo será fusilado en el lugar». Y
también serían fusilados los propietarios de casas en las cuales fueran
halladas armas. Los dueños de las casas en donde se ocultaran soldados belgas serían
enviados a trabajos forzados a perpetuidad en Alemania. Los
pueblos en los que se cometieran actos hostiles contras los soldados alemanes, serán incendiados. En el caso de que estos actos se realizaran en la carretera entre dos pueblos, se aplicará el mismo
castigo a ambos.
En resumen, concluían las proclamas: «Por
todos los actos de hostilidad serán aplicados los siguientes principios: todos
los castigos serán ejecutados, los rehenes serán apresados». La práctica del
principio según el cual toda la comunidad sería considerada responsable,
responsabilidad colectiva que había sido expresamente prohibida por la
Convención de La Haya, dejo atónito al mundo del año 1914, que había creído en
el progreso de la humanidad.”
Barbara
W. Tuchman.
Los cañones de agosto.
Ediciones Peninsula.
Los cañones de agosto.
Ediciones Peninsula.