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jueves, 4 de enero de 2018

OBITER DICTUM





La impresión de la primera, especialmente cuando la veo ondular entre la mastelería mundial de algún gran puerto lejano, es alegre; pero pronto a este regocijo una emoción agridulce se mezcla y al cabo el sentimiento melancólico prevalece. Las banderas españolas me traen recuerdos de juventud, y por eso, sin yo advertirlo, me hacen suspirar: no por la patria precisamente, sino también por cuanto de mí se fué y ha de irse...


Eduardo Zamacois