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miércoles, 12 de julio de 2017

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE



OTRO ORIENT EXPRESS


El Orient Express, en otro tiempo único por su buen servicio, es ahora único por su falta de él. El expreso indio de Rajdhani sirve curry en su coche restaurante y lo mismo hace el correo pakistaní del Khyber; el Meshed Express sirve kebab de pollo iranio y el tren de Sapporo, en el Japón septentrional, pescado ahumado y arroz glutinoso. En la estación de Rangún venden cajas con comida y los ferrocarriles malayos incluyen siempre un coche restaurante que parece un mee-hoon, y el Amtrak, que yo siempre había pensado que era el peor ferrocarril del mundo, sirve hamburguesas en el James Whitcomb Riley (Washington-Chicago). La muerte por inanición nada tiene que hacer en los viajes y, desde este punto de vista, el Orient Express es más inadecuado que el más pobre tren de Madrás, en el que se pueden cambiar unos cupones por una bandeja de hojalata con legumbres y un plato de arroz.

Paul Theroux.
El Gran Bazar del Ferrocarril.
Plaza & Janes.