OTRO ORIENT EXPRESS
El Orient Express, en
otro tiempo único por su buen servicio, es ahora único por su falta de él. El
expreso indio de Rajdhani sirve curry en su coche restaurante y lo mismo hace
el correo pakistaní del Khyber; el Meshed Express sirve kebab de pollo iranio y
el tren de Sapporo, en el Japón septentrional, pescado ahumado y arroz
glutinoso. En la estación de Rangún venden cajas con comida y los ferrocarriles
malayos incluyen siempre un coche restaurante que parece un mee-hoon, y el Amtrak, que yo siempre
había pensado que era el peor ferrocarril del mundo, sirve hamburguesas en el
James Whitcomb Riley (Washington-Chicago). La muerte por inanición nada tiene
que hacer en los viajes y, desde este punto de vista, el Orient Express es más
inadecuado que el más pobre tren de Madrás, en el que se pueden cambiar unos
cupones por una bandeja de hojalata con legumbres y un plato de arroz.
Paul Theroux.
El Gran Bazar del Ferrocarril.
Plaza & Janes.