LA FLOJEDAD DE NUESTRO JUICIO
“Existen
sutilezas frívolas y vanas por medio de las cuales buscan a veces los hombres
el renombre, como por ejemplo, los poetas que componen obras enteras cuyos
versos comienzan todos con igual letra; vemos también huevos, esferas, alas y
hachas, que los griegos componían antiguamente con versos rimados, alargándolos
o acortándolos de manera que representaran tal o cual figura; no en otra cosa
consistía la ciencia del que se entretuvo en contar de cuántos modos podían
colocarse las letras del alfabeto, el cual encontró el inverosímil número que
se lee en Plutarco. Yo apruebo el proceder de aquel a quien presentaron un
hombre tan diestro que, arrojando con la mano un grano de mijo, lo hacía pasar
por el ojo de una aguja, habiéndole pedido algún presente como retribución de
habilidad tan singular, ordenó, justa y perspicazmente a mi ver, que entregaran
a semejante obrero dos o tres fanegas del mismo grano, a fin de que su arte no
dejara de ejercitarse. Testimonio maravilloso es éste de la flojedad de nuestro
juicio, que recomienda las cosas por su novedad y rareza, o por la dificultad
de realizarlas, sin atender a la bondad o utilidad que las acompaña.”
Michel de Montaigne. Ensayos.