Popper:
Aquí sí nos enfrentamos a una discrepancia seria. Si cuando hablas de identidad
quieres decir que el cuerpo y el alma son en cierto modo inseparables, estoy de
acuerdo contigo. Pero en la actualidad existe una filosofía de la identidad que
es inequívocamente materialista. La actual filosofía de la identidad dice en
una palabra que no existe en absoluto la vida espiritual.
Lorenz:
Eso es una tontería.
Popper:
Precisamente. Pues bien, en ese sentido me gustaría precisar una vez más que la
filosofía de la identidad es monista. Yo, por mi parte, soy trialista. No
dualista, sino trialista. No sólo afirmo que existen un cuerpo y un alma en el
sentido, por ejemplo, de que, si bien ahora estamos despiertos y bien
despiertos, en otros momentos también estamos dormidos y entonces nuestra alma
desempeña un papel totalmente distinto de cuando estamos en estado de vigilia;
sino que también digo que nuestra lengua, nuestra escritura, suponen un tercer
elemento, a saber, los productos de nuestra actividad intelectual. Estos
productos de nuestra actividad intelectual ejercen un feed-back, suponen una
retroalimentación tan fuerte sobre nuestro espíritu, que es justo ahí donde
podemos encontrar la diferencia fundamental entre el alma humana y el alma
animal. La mente humana depende al menos en un 95 por ciento de sus propios
productos. Retiro lo del 95 por ciento, pues es incalculable en qué medida
dependemos de nuestros productos, por ejemplo, de nuestro lenguaje, sobre todo
de nuestro lenguaje; y lo mismo cabría decir de la escritura, de la letra
impresa, de lo que leemos…
Lorenz:
El intelecto humano es un fenómeno colectivo; no puede entenderse
individualmente.