«Supongamos que se
trata de conmemorar a un general al que después de una larguísima carrera
opaca, le tocó perder gloriosamente una de las batallas decisivas en la
historia de nuestra patria. ¿Qué hacer? Desde luego inventarle una frase
célebre, que ponga de manifiesto la entereza de su ánimo ante la derrota total.
Algo así como «nos pegaron, pero no nos vencieron», «mañana será otro día»; o
bien una frase que contenga la evidencia de que nuestro héroe no fue
responsable de la derrota, sino que la culpa la tuvo la caballería, la
intendencia o el cuerpo de mensajeros. Por ejemplo, inventar algo que
supuestamente el conmemorado dijo al enemigo al deponer las armas:
—Si la caballería no anduviera por las
Lomas, estarían ustedes corriendo como conejos.»
Jorge
Ibargüengoitia