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miércoles, 30 de noviembre de 2016
lunes, 28 de noviembre de 2016
OTRA BALSA EN EL AQUERONTE
PRIMERA PARTE
CAPÍTULO XLVII
domingo, 27 de noviembre de 2016
Y EL ÓBOLO BAJO LENGUA
LA POSTERIDAD
viernes, 25 de noviembre de 2016
jueves, 24 de noviembre de 2016
Y EL ÓBOLO BAJO LA LENGUA
SON IMPORTANTES TANTAS COSAS...
miércoles, 23 de noviembre de 2016
lunes, 21 de noviembre de 2016
OBITER DICTUM
sábado, 19 de noviembre de 2016
viernes, 18 de noviembre de 2016
Y EL ÓBOLO BAJO LA LENGUA
VAN MADURANDO AQUELLOS VIEJOS DÍAS...
jueves, 17 de noviembre de 2016
miércoles, 16 de noviembre de 2016
OTRA BALSA EN EL AQUERONTE
LA VALLETTA
lunes, 14 de noviembre de 2016
domingo, 13 de noviembre de 2016
Y EL ÓBOLO BAJO LA LENGUA
descansando de luchas y de viajes,
cuando la noticia de tu muerte llegó como un golpe de océano.
Fue primero el silencio, el estupor de las cosas, y luego llegó del mar una
ola grande.
De algas, metales y hombres, piedras, espuma y lágrimas estaba hecha esta
ola.
De historia, espacio y tiempo recogió su materia
y se elevó llorando sobre el mundo
hasta que frente a mí vino a golpear la costa
y derribó a mis puertas su mensaje de luto
con un grito gigante
como si de repente se quebrara la tierra.
Era en 1914.
En las fábricas se acumulaban basuras y dolores.
Los ricos del nuevo siglo
se repartían a dentelladas el petróleo y las islas, el cobre y los canales.
Ni una sola bandera levantó sus colores
sin las salpicaduras de la sangre.
Desde Hong Kong a Chicago la policía
buscaba documentos y ensayaba
las ametralladoras en la carne del pueblo.
Las marchas militares desde el alba
mandaban soldaditos a morir.
Frenético era el baile de los gringos
en las boîtes de París llenas de humo.
Se desangraba el hombre.
Una lluvia de sangre
caía del planeta,
manchaba las estrellas.
La muerte estrenó entonces armaduras de acero.
El hambre
en los caminos de Europa
fue como un viento helado aventando hojas secas y quebrantando huesos.
El otoño soplaba los harapos.
La guerra había erizado los caminos.
Olor a invierno y sangre
emanaba de Europa
como de un matadero abandonado.
Mientras tanto los dueños
del carbón,
del hierro,
del acero,
del humo,
de los bancos,
del gas,
del oro,
de la harina,
del salitre,
del diario El Mercurio,
los dueños de burdeles,
los senadores norteamericanos,
los filibusteros
cargados de oro y sangre
de todos los países,
eran también los dueños
de la Historia.
Allí estaban sentados
de frac, ocupadísimos
en dispensar condecoraciones,
en regalarse cheques a la entrada
y robárselos a la salida,
en regalarse acciones de la carnicería
y repartirse a dentelladas
trozos de pueblo y de geografía.
Entonces con modesto
vestido y gorra obrera,
entró el viento,
entró el viento del pueblo.
Era Lenin.
Cambió la tierra, el hombre, la vida.
El aire libre revolucionario
trastornó los papeles
manchados. Nació una patria
que no ha dejado de crecer.
Es grande como el mundo, pero cabe
hasta en el corazón del más
pequeño
trabajador de usina o de oficina,
de agricultura o barco.
Era la Unión Soviética.
Junto a Lenin
Stalin avanzaba
y así, con blusa blanca,
con gorra gris de obrero,
Stalin,
con su paso tranquilo,
entró en la Historia acompañado
de Lenin y del viento.
Stalin desde entonces
fue construyendo. Todo
hacía falta. Lenin recibió de los zares
telarañas y harapos.
Lenin dejó una herencia
de patria libre y ancha.
Stalin la pobló
con escuelas y harina,
imprentas y manzanas.
Stalin desde el Volga
hasta la nieve
del Norte inaccesible
puso su mano y en su mano un hombre
comenzó a construir.
Las ciudades nacieron.
Los desiertos cantaron
por primera vez con la voz del agua.
Los minerales
acudieron,
salieron
de sus sueños oscuros,
se levantaron,
se hicieron rieles, ruedas,
locomotoras, hilos
que llevaron las sílabas eléctricas
por toda la extensión y la distancia.
Stalin
construía.
Nacieron
de sus manos
cereales,
tractores,
enseñanzas,
caminos,
y él allí,
sencillo como tú y como yo,
si tú y yo consiguiéramos
ser sencillos como él.
Pero lo aprenderemos.
Su sencillez y su sabiduría,
su estructura
de bondadoso pan y de acero inflexible
nos ayuda a ser hombres cada día,
cada día nos ayuda a ser hombres.
¡Ser hombres! ¡Es ésta
la ley staliniana!
Ser comunista es difícil.
Hay que aprender a serlo.
Ser hombres comunistas
es aún más difícil,
y hay que aprender de Stalin
su intensidad serena,
su claridad concreta,
su desprecio
al oropel vacío,
a la hueca abstracción editorial.
Él fue directamente
desentrañando el nudo
y mostrando la recta
claridad de la línea,
entrando en los problemas
sin las frases que ocultan
el vacío,
derecho al centro débil
que en nuestra lucha rectificaremos
podando los follajes
y mostrando el designio de los frutos.
Stalin es el mediodía,
la madurez del hombre y de los pueblos.
En la guerra lo vieron
las ciudades quebradas
extraer del escombro
la esperanza,
refundirla de nuevo,
hacerla acero,
y atacar con sus rayos
destruyendo
la fortificación de las tinieblas.
Pero también ayudó a los manzanos
de Siberia
a dar sus frutas bajo la tormenta.
Enseñó a todos
a crecer, a crecer,
a plantas y metales,
a criaturas y ríos
les enseñó a crecer,
a dar frutos y fuego.
Les enseñó la Paz
y así detuvo
con su pecho extendido
los lobos de la guerra.
Frente al mar de la Isla Negra, en la mañana,
icé a media asta la bandera de Chile.
Estaba solitaria la costa y una niebla de plata
se mezclaba a la espuma solemne del océano.
A mitad de su mástil, en el campo de azul,
la estrella solitaria de mi patria
parecía una lágrima entre el cielo y la tierra.
Pasó un hombre del pueblo, saludó comprendiendo,
y se sacó el sombrero.
Vino un muchacho y me estrechó la mano.
Más tarde el pescador de erizos, el viejo buzo
y poeta,
Gonzalito, se acercó a acompañarme bajo la bandera.
«Era más sabio que todos los hombres juntos», me dijo
mirando el mar con sus viejos ojos, con los viejos
ojos del pueblo.
Y luego por largo rato no dijimos nada.
Una ola
estremeció las piedras de la orilla.
«Pero Malenkov ahora continuará su obra», prosiguió
levantándose el pobre pescador de chaqueta raída.
Yo lo miré sorprendido pensando: ¿Cómo, cómo lo sabe?
¿De dónde, en esta costa solitaria?
Y comprendí que el mar se lo había enseñado.
Y allí velamos juntos, un poeta,
un pescador y el mar
al Capitán lejano que al entrar en la muerte
dejó a todos los pueblos, como herencia, su vida.
Pablo Neruda
sábado, 12 de noviembre de 2016
OBITER DICTUM
viernes, 11 de noviembre de 2016
Y EL ÓBOLO BAJO LA LENGUA
VAN MADURANDO AQUELLOS VIEJOS DÍAS...
jueves, 10 de noviembre de 2016
miércoles, 9 de noviembre de 2016
OBITER DICTUM
martes, 8 de noviembre de 2016
OTRA BALSA EN EL AQUERONTE
SOBRE ALGUNOS DESCEREBRADOS
«Pero, para lo sucedido en el barco alemán, dejo la palabra al hidalgo español que relata el asunto en un número de diciembre de 1936 del diario carlista de Pamplona El Pensamiento Navarro . He aquí lo que refiere: ...
“Nos enteramos de que Clara Campoamor estaba a bordo del barco... Aquella misma noche, cuatro otros falangistas y yo mismo nos decidimos a echarla por la borda. pero habiendo consultado al capitán del barco éste nos hizo renunciar a nuestro proyecto que podía tener molestas consecuencias para él. Buscamos entonces lo que podríamos hacer para no dejar sin sangriento castigo a la introductora del divorcio en España, y nos resolvimos a mandar un radiograma a Génova para alertar el comité español fascista y la policía italiana... Al llegar a Génova la policía subió a bordo para buscar a Clara Campoamor y conducirla a la cárcel. Aquella noche festejamos alegremente nuestro triunfo y cuando dejamos Italia, al principio de octubre, estaba todavía en prisión, donde podría meditar a gusto sus proyectos de ley para la próxima vez que fuese diputada…”.»
Clara Campoamor.
La revolución española vista por una republicana.
Editorial Espuela de Plata.
lunes, 7 de noviembre de 2016
domingo, 6 de noviembre de 2016
Y EL ÓBOLO BAJO LA LENGUA
ASESINADOS JÓVENES
Asesinados jóvenes nacimos cierta vez
insistiendo sobre las guardagujas de los lagos
los vestigios de turbas de viejos profesores sin voz
y que hasta nosotros llegaban
hablándonos de la nada que nos rodea
a los tranvías azules.
Asesinados jóvenes caminamos por las calles
entramos en los cines y en los bares
incendiamos los rostros con ceniza y con sombra
y mientras dragones ciegos surgen
de las bocas húmedas de los metros
anhelando asaltar los cables telegráficos
nosotros sorprendidos vampiros
auscultamos el corazón de las tiernas existentes.
que cubre las aceras y los parques
de futbolistas ahogados en la sangre de sus besos
y desnudos marchando al bronce nocturno
de las playas desiertas
con ojos de caballos robados por sonrisa
acuciar el sentido total de los planetas
sobre las ropas usadas
de hambrientos transeúntes con reúma.
***
Asesinados jóvenes no amamos
el gesto de hastío del domingo
ni comprendemos el súbito crecer de las lecciones
bajo la trampa prodigiosa de la hierba
y así atónitos salvajes de vaticinios
intentamos aprender lo que hay de purísimo
en la faz con presagios de las charcas podridas.
***
En la esquina de enfrente
un hermoso niño miserable
medita sobre el final que tendrán las inmensas ciudades
cuando las aguas cubran sus horrendos campanarios de zinc.